La religiosidad patológica de la sociedad del espectáculo: reflexiones sobre el pensamiento de Guy Debord

Resumen (es)

Guy Debord califica la forma de vida creada por la economía mercantil como una sociedad del espectáculo. Poco a poco, según el pensador francés, la mercancía ha ido transformándose en un fetiche espectacular logrando imponer una imagen pre-fabricada por sobre la experiencia directa con el mundo y los otros sujetos. Esto último causa, inevitablemente, una sociedad de consumidores pasivos, en cuanto meros contempladores de ideas ya hechas. En base a lo anterior, Debord concluye que la sociedad del espectáculo no es más que la concreción material y técnica de lo que él considera la ilusión religiosa. La modernidad que le ha tocado observar no sería, en absoluto, una época secularizada, sino, muy por el contrario, agudamente religiosa. Para superar el pensamiento contemplativo-religioso del espectáculo, Debord pone sus esperanzas y sus esfuerzos de análisis en los ‘consejos obreros’, una especial forma de pensamiento compuesto en los que podría encontrarse el método filosófico propiamente debordiano. Todo esto nos permitirá generar algunas reflexiones sobre su diagnóstico y prolongar su pensamiento en torno a las soluciones que ofrece para una salida de la dominante sociedad del espectáculo aún presente en nuestros días.

Palabras clave (es): Debord , sociedad del espectáculo , religión, consejos obreros, pensamiento compuesto

Resumen (en)

Guy Debord qualifies the way of life created by the mercantile economy as a society of the spectacle. Little by little, according to the French thinker, the merchandise has been transformed into a spectacular fetish, managing to impose a pre-manufactured image over direct experience with the world and other subjects. The latter inevitably causes a society of passive consumers, as mere contemplators of ready-made ideas. Based on the above, Debord concludes that the society of the spectacle is nothing more than the material and technical concretion of what he considers the religious illusion. The modernity that it has been called upon to observe would not be, at all, a secularized age, but, on the contrary, sharply religious. In order to overcome the contemplative-religious thought of the spectacle, Debord places his hopes and his efforts of analysis in the ‘workers councils’, a special form of compound thought in which the Debordian philosophical method could be found. All this will allow us to generate some reflections on his diagnosis and prolong his thinking about the solutions he offers for a way out of the dominant spectacle society still present today.