Características neurocognitivas de abusadores sexuales infantiles: una revisión de alcance
Neurocognitive Profile of Child Sex Offenders: A scoping review
Resumen (es)
La prevalencia del abuso sexual infantil hace necesario seguir realizando estudios que permitan ahondar en el análisis de esta problemática, la gran mayoría de las investigaciones se centran, como es de esperarse, en las víctimas; con el interés de aportar al examen de los agresores sexuales, se realiza la presente investigación cuyo objetivo es identificar y comparar características neurocognitivas de agresores sexuales infantiles, a partir de una revisión de alcance. Se tomó como referencia la relación de familiaridad entre la víctima – victimario, así como la presencia o ausencia de intereses pedófilos. La búsqueda se realizó en cuatro bases de datos electrónicas: Proquest, ScienceDirect, Pubmed y Ebsco, con rango de fechas entre 2013 y 2019. Luego de aplicar los criterios de exclusión y eliminar los trabajos repetidos, de los 145.653 registros iniciales, se seleccionó una muestra final de nueve artículos. Los hallazgos revelan una escasa proporción de investigaciones que cumplieron con los criterios de inclusión, sin embargo, se evidencia que en general no se reportan diferencias significativas entre los abusadores sexuales infantiles intrafamiliares y extrafamiliares en los procesos neurocognitivos, excepto en memoria de trabajo; con respecto a cognición social se encontraron diferencias en congruencia emocional y flexibilidad cognitiva; información relevante para apoyar el tratamiento penitenciario en las instancias correspondientes.
Resumen (en)
The prevalence of child sexual abuse makes it necessary to continue carrying out studies that allow to deepen the analysis of this problem, the research focuses, as expected, on the victims; with the interest of contributing to the examination of sexual offenders, the present research aims to identify and compare neurocognitive characteristics of child sexual offenders, based on a scoping review. The familiarity relationship between the victim - offender was taken as a reference, as well as the presence or absence of pedophilic interests. The search was conducted in four electronic databases: Proquest, ScienceDirect, Pubmed and Ebsco, with date range between 2013 and 2019. After applying exclusion criteria and eliminating repeated papers, from the initial 145,653 records, a final sample of nine articles was selected. The findings reveal a low proportion of research that met the inclusion criteria; however, it is evident that in general no significant differences are reported between intrafamilial and extrafamilial child sexual abusers in neurocognitive processes, except in working memory; with respect to social cognition, differences were found in emotional congruence and cognitive flexibility; relevant information to support prison treatment in the corresponding instances
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Cómo citar
Recibido: 2 de noviembre de 2021; : 7 de mayo de 2022; Aceptado: 12 de diciembre de 2022
Resumen
La prevalencia del abuso sexual infantil hace necesaria la realización de estudios que permitan ahondar en el análisis de esta problemática, la gran mayoría de las investigaciones se centran, como es de esperarse, en las víctimas. Con el interés de aportar al examen de los agresores sexuales, se realiza la presente investigación cuyo objetivo es identificar y comparar características neurocognitivas de agresores sexuales infantiles, a partir de una revisión de alcance. Se tomó como referencia la relación de familiaridad entre la víctimavictimario, así como la presencia o ausencia de intereses pedófilos. La búsqueda se realizó en cuatro bases de datos electrónicas: Proquest, ScienceDirect, Pubmed y Ebsco, con rango de fechas entre 2013 y 2019. Luego de aplicar los criterios de exclusión y eliminar los trabajos repetidos, de los 145653 registros iniciales, se seleccionó una muestra final de nueve artículos. Los hallazgos revelan una escasa proporción de investigaciones que cumplieron con los criterios de inclusión, sin embargo, se pone en evidencia que, en general, no se reportan diferencias significativas entre los abusadores sexuales infantiles intrafamiliares y extrafamiliares en los procesos neurocognitivos, excepto en memoria de trabajo. Con respecto a cognición social se encontraron diferencias en congruencia emocional y flexibilidad cognitiva; información relevante para apoyar el tratamiento penitenciario en las instancias correspondientes.
Palabras clave
agresor sexual infantil, pedofilia, funcionamiento ejecutivo, funcionamiento neurocognitivo, agresores incestuosos, cognición social.Abstract
The prevalence of child sexual abuse makes it necessary to continue carrying out studies that allow to deepen the analysis of this problem, the research focuses, as expected, on the victims; with the interest of contributing to the examination of sexual offenders, the present research aims to identify and compare neurocognitive characteristics of child sexual offenders, based on a scoping review. The familiarity relationship between the victim - offender was taken as a reference, as well as the presence or absence of pedophilic interests. The search was conducted in four electronic databases: Proquest, ScienceDirect, Pubmed and Ebsco, with date range between 2013 and 2019. After applying exclusion criteria and eliminating repeated papers, from the initial 145,653 records, a final sample of nine articles was selected. The findings reveal a low proportion of research that met the inclusion criteria; however, it is evident that in general no significant differences are reported between intrafamilial and extrafamilial child sexual abusers in neurocognitive processes, except in working memory; with respect to social cognition, differences were found in emotional congruence and cognitive flexibility; relevant information to support prison treatment in the corresponding instances.
Keywords
Child sexual offender, pedophilia, executive functioning, neurocognitive functioning, incestuous offenders, social cognition.Introducción
La violencia sexual en contra de los niños, niñas y adolescentes es considerada un problema de salud pública, teniendo en cuenta que puede afectar a la víctima en sus diferentes áreas de funcionamiento, con consecuencias emocionales y psicológicas significativas a corto y largo plazo (Girón, 2015). Se asocia, entre otros, con problemas somáticos, conducta sexualizada temprana o trastorno de estrés postraumático (Cantón-Cortés y Cortés, 2015; Losada, 2012).
Debido al incremento de casos de abuso sexual y maltrato, la Procuraduría General de la Nación, el 07 de julio de 2020 mediante boletín número 435, solicita a la directora del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF) que implemente medidas para la protección y prevención de los derechos de niños, niñas y adolescentes (NNA). Correspondiente con esto, en la infografía sobre violencias contra NNA en Colombia, que emite el Observatorio del Bienestar de la Niñez (ICBF, 2019), se registra, en efecto, este aumento progresivo al comparar los 5200 casos que ingresaron a proceso administrativo de restablecimiento de derechos por violencia sexual en 2012, con los 14032 NNA que ingresaron a proceso en 2019 por esta misma razón.
En la Ley 599 de 2000, bajo la cual el Congreso Colombiano expide el Código Penal, se tipifica la violencia sexual como acceso carnal o actos sexuales. Respecto al acceso carnal, el artículo 212 del Código lo define como “la penetración del miembro viril por vía anal, vaginal u oral, así como la penetración vaginal o anal de cualquier otra parte del cuerpo humano u otro objeto” (p. 185). Según el artículo 208, comete acceso carnal abusivo con menor de catorce años “el que acceda carnalmente a persona menor de 14 años” (p. 184) y, según el artículo 209, lleva a cabo actos sexuales con menor de catorce años “el que realizare actos sexuales diversos del acceso carnal con persona menor de catorce años (14) o en su presencia, o la induzca a prácticas sexuales” (p. 184).
Bajo estos delitos descritos, el Instituto Nacional Penitenciario y Carcelario (INPEC, 2019), a febrero de 2019, registró 14083 hombres y mujeres recluidos por los delitos de acto sexual y acceso carnal abusivo con menor de 14 años. Los reportes del Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses (INMLCF, 2018), en el periodo comprendido entre los años 2009 y 2018, señalaron que el mayor registro de casos por delito sexual en Colombia fue en 2018, en el que se practicaron 26065 exámenes medicolegales, de los cuales 19793 correspondieron a presuntas víctimas menores de 14 años, en comparación con los registros de los años anteriores (2009-2017) en los que no se superaban los 23800 casos registrados. Este informe también presentó el número de víctimas que tenían una relación familiar o cercana con su presunto agresor, en total se reportaron 2637 casos de niñas entre los 10 a 13 años, quienes fueron afectadas: el 16.18% por el padrastro, 7% por el padre, 6.6 % tío y el 3.5% por el abuelo.
La prevalencia de la situación hace necesario realizar estudios que se enfoquen no solo en las víctimas, sino también en los agresores, de manera especial en los perfiles, dado que en algunos estudios se han identificado, además de rasgos y trastornos en la personalidad, déficits en su funcionamiento cerebral (Pulido-Barbosa et ál., 2017), igualmente, resulta relevante incluir otro tipo de factores como la familiaridad entre la víctima y el agresor, variable que pueden estar relacionada con el nivel de gravedad del delito para la víctima (Ramírez y Fernández, 2011).
Tipología de los agresores sexuales
Los agresores sexuales pueden ser clasificados de acuerdo con diferentes factores que pueden mediar o intervenir en la generación del acceso carnal o actos sexuales abusivos, de esta forma se consideran: las características del acto delictivo (González et ál., 2004), la relación víctima-victimario y la edad de la víctima (García y Peña, 2018).
En relación con las particularidades del acto delictivo, el modus operandi de un agresor sexual infantil se caracteriza por implementar herramientas como la seducción, el engaño o la condición de superioridad sobre la víctima que suele ser conocida, evitando emplear la fuerza o la violencia en la mayoría de los casos (Echeburúa y Guerricaechevarría, 2000; Sindeev y Guzmán-Negrón, 2018).
De acuerdo con la edad de la víctima, los abusadores pueden ser pedófilos y hebefílicos, los primeros eligen a los niños menores de 12 años, sin capacidad orgásmica y sin distinción de género; mientras que los hebefílicos muestran preferencia por adolescentes entre los 12 y 15 años (Alcaide-Varas, 2015; González et ál., 2004; Tenbergen et ál., 2015).
La pedofilia, se incluye dentro de los trastornos parafílicos de acuerdo con la Guía de consulta de los criterios diagnósticos DSM-5 (Morris, 2015), esta condición está ligada al interés y excitación sexual intensa que implica actividad sexual con uno o más niños prepúberes, generalmente menores de 13 años (Herrero y Negredo, 2016). En esta categoría se distinguen los pedófilos y los pederastas, en ambos el interés sexual por los niños y adolescentes es una constante, pero en los pederastas el abuso sexual incluye relaciones sexuales con el niño o niña (Sánchez, 2017). Entre los rasgos sociales comunes a los pederastas se hallan hombres solteros, en su mayoría, quienes se relacionan mejor con niños que con adultos, suelen tener baja autoestima, tienden a ser poco sociables con personas de su edad, eligen su vocación o empleo relacionados con niños o adolescentes y mantienen en su casa un ambiente infantil (Sánchez, 2017).
Por otro lado, entre los rasgos que pueden distinguirse característicos de hombres diagnosticados con pedofilia, se encuentran interacciones sexuales a temprana edad, algunos pueden conformar una familia o sostener relaciones afectivas con otros adultos, aunque con marcada inmadurez emocional y dificultades para ajustarse social y funcionalmente a su entorno (Falcke et ál., 2021; Seto et ál., 2015), en comparación con el perfil descrito, los abusadores hebefílicos presentan una mejor adaptación social y adecuación al entorno (Valencia, 2016).
La variable de relación entre víctima y victimario es otra tipología, en esta la diferencia se establece de acuerdo con el contexto en el que se comete el delito y el grado de cercanía que tiene el agresor, las categorías se denominan abusadores extrafamiliares e intrafamiliares (Arredondo et ál., 2016; García y Peña, 2018).
Los abusadores extrafamiliares no presentan lazos de consanguinidad con la víctima, ni conviven con esta u ocupan un rol de parentesco convivencial; fijan sus fantasías sexuales en niños fuera de un ambiente familiar, generalmente desconocidos (Herrero y Negredo, 2016). Su actuar está ligado a conductas violentas o amenazas, de ocurrencia limitada (Echeburúa y Corral, 2006), el hecho suele presentarse en la calle o en la casa del delincuente (Díaz y Pardo, 2017).
Los estudios referidos a los abusadores extrafamiliares reportan, en general, tres factores que pueden estar relacionados con su conducta: congruencia emocional, bloqueo y activación sexual. La congruencia emocional implica que el agresor tiende a elegir de víctimas a quienes pueda satisfacer sus necesidades emocionales al momento del contacto (Seto et ál., 2015). El bloqueo indica que el agresor tiene baja capacidad para relacionarse sexualmente de forma satisfactoria con pares o presenta distorsiones cognitivas asociadas con la valoración del comportamiento sexual en general, esto hace que se oriente a relaciones sexuales con niños con quienes las habilidades sociales demandantes son diferentes a las requeridas con un adulto (Cepeda-Rodríguez y Ruíz-Pérez, 2016). La activación sexual es alusiva a la excitación sexual con niños, entre otras razones, porque el agresor fue objeto de abusos sexuales en su infancia (Villanueva, 2013), tiene un desorden hormonal o genético (Suárez et ál., 2018), también puede estar asociado con déficits neurocomportamentales, alteraciones cerebrales a nivel funcional o estructural (Becerra y García, 2014; Massau et ál., 2017).
Los abusadores intrafamiliares, endogámicos o incestuosos, suelen ser personas allegadas a la víctima con quienes se encuentra conviviendo (Urra, 2011), pueden presentar hasta un cuarto grado de consanguinidad; estas condiciones facilitan el acceso a los menores (Seto et ál., 2015). A diferencia del abusador exogámico, tienen una integración más adecuada con la sociedad e incluso logran mantener una conducta aceptable ante su círculo social (González et ál., 2004).
El actuar del agresor intrafamiliar generalmente comienza con caricias, seguido de actos de masturbación o contacto buco genital, solo en algunos casos se llega al coito vaginal. En este contexto, las agresiones suelen ocurrir en familias disfuncionales, son de larga duración y se asocian con daños físicos y psicológicos de mayor impacto, además se les otorga mayor complejidad a las formas de develación, razón por la cual se observa mayor latencia entre la ocurrencia del abuso y el conocimiento de este por terceros (Valle et ál., 2018).
La conducta del abusador sexual intrafamiliar puede ser explicada entre otros factores por rasgos de inmadurez afectiva y psicosexual, hipersexualidad, baja inteligencia y problemas psicomotrices (Villanueva, 2019). Diferentes estudios han identificado menores déficit afectivos o comportamentales cuando se comparan con abusadores sexuales extrafamiliares (Oliver, 2005); además, su interés sexual está centrado en la mayoría de los casos hacia una víctima específica (miembro de la familia) (Herrero y Negredo, 2016).
Algunos factores bloquean o perturban los mecanismos que regulan la sexualidad al interior de la familia y pueden promover la aparición de la relación incestuosa, entre otros: el surgimiento de un amor carnal entre padre e hija que se genera por el tiempo compartido entre los dos, la falta de privacidad en la cultura sexual, así como el estilo y la estructura disfuncional de la pareja (Acuña, 2017).
Procesos neurocognitivos en agresores sexuales infantiles
El interés por estudiar las variables neurocognitivas que hacen parte de la explicación de la conducta de los agresores sexuales se encuentra en incremento, en especial los déficits asociados al funcionamiento ejecutivo (FE) (Becerra y García 2014; Eastvold et ál., 2011); procesos cognitivos que son susceptibles a presentar alteraciones como consecuencia de respuestas biológicas a situaciones estresantes en la infancia y adolescencia (Fors et ál., 2009), factores genéticos (Petkus et ál., 2012) y el proceso de envejecimiento (Bookheimer y Burggren, 2009).
Algunos estudios señalan que la victimización o la vivencia de experiencias traumáticas en una etapa temprana de la vida de los agresores sexuales infantiles está relacionada con un déficit ejecutivo en una edad posterior (Sepúlveda y Cayupe-Rivas, 2019; Villareal et ál., 2020), así lo refiere específicamente el estudio de Yoder y Precht (2019), con una muestra de 200 jóvenes agresores, en la que estudiaron esta asociación. Entre otros hallazgos, señalan que los incidentes de victimización, especialmente de contenido sexual, físico y emocional, se relacionan con la disfunción de la mayoría de los dominios ejecutivos; de manera particular en memoria de trabajo, planeación y organización, al compararlos con jóvenes que también habían experimentado experiencias traumáticas, pero que no presentaban comisión de conductas delictivas sexuales.
Al comparar el rendimiento ejecutivo en función de un diagnóstico de pedofilia, en varias investigaciones se han reportado diferencias significativas en flexibilidad cognitiva y memoria verbal en los participantes que habrían cometido un delito sexual infantil sin presentar un diagnóstico de pedofilia (Schiffer y Vonlaufen, 2011), otros reportan afectación significativa de la fluidez verbal en agresores con características de pedofilia, aunque con algunas limitantes para considerar esta afectación generalizada a todos los agresores con diagnóstico de pedofilia (Tenbergen et ál., 2015).
Otro elemento por considerar es la cognición social, definida por un sistema de procesos neurobiológicos, psicológicos y sociales que se activan en situaciones de interacción social construyendo una representación del ambiente para emitir la respuesta más adecuada a los estímulos de la situación (Uribe, 2010). Entre los subprocesos que componen la cognición social se encuentran el procesamiento emocional, la teoría de la mente, el sistema de neuronas espejo y el estilo atribucional (Quemada et ál., 2017). Otra clasificación es la postulada por Arioli et ál. (2018), que comprende: percepción visual, comprensión social y toma de decisiones sociales.
En los agresores sexuales la alteración de la cognición social se hace más evidente en el componente cognitivo de la empatía asociada con distorsiones cognitivas que justifican o minimizan la ofensa sexual y que repercuten en el procesamiento emocional (Hempel et ál., 2015; Marshall et ál., 2001; Ó Ciardha y Ward, 2013; Winter et ál., 2017). Entre otras distorsiones cognitivas se destacan: pensar que si el menor de edad no genera resistencia o se opone a insinuaciones sexuales por parte de un adulto significa que el niño/niña desea tener relaciones sexuales con el adulto; que a la mayoría de niños y niñas les gustaría tener relaciones sexuales con adultos sin que esto les produzca algún malestar significativo en el futuro; y que los niños saben que los adultos van a seguirlos queriendo incluso si se niegan a tener relaciones sexuales con ellos (Cepeda, 2012).
Cabe señalar que, aunque el agresor sexual distinga el estado emocional de la víctima y la perspectiva, no presenta una comprensión afectiva real sobre la probable angustia que padece la víctima, por lo que continuaría con las agresiones a razón de la incompleta experiencia en cuanto a la respuesta empática (Cepeda, 2012).
Los hallazgos anteriores sobre las características neurocognitivas de agresores sexuales infantiles reportan diferencias en el funcionamiento ejecutivo, al compararlos con el agresor sexual de adultos, Joyal et ál. (2014) realizaron un metaanálisis cuyo objetivo era probar la hipótesis de que los déficits neuropsicológicos de los delincuentes sexuales no son amplios y generalizados al compararlos entre subgrupos específicos de participantes (agresores sexuales de infantes y de adultos); en total revisaron 23 estudios neuropsicológicos, alusivos a 1756 participantes, en los cuales identificaron que los delincuentes sexuales contra niños tienden a obtener puntuaciones más bajas que los delincuentes sexuales contra adultos en funciones ejecutivas de orden superior, mientras que los delincuentes sexuales contra adultos tienden a obtener resultados similares a los de los delincuentes no sexuales, con puntuaciones más bajas en fluidez verbal e inhibición.
En otras revisiones se ha comparado el desempeño ejecutivo entre agresores sexuales infantiles con grupos de control que no han cometido delitos contra niños. Adjorlolo y Egbenya (2016) realizaron una revisión sistemática en la que incluyeron 24 artículos en inglés que compararon subtipos de agresores sexuales y que realizaron medición de al menos una función ejecutiva, su objetivo era identificar los procesos de control ejecutivo que están comúnmente alterados en los agresores sexuales, además determinar si estas diferencias están en función de los subtipos de agresores, edad y funciones ejecutivas; como resultado, los autores destacan que los agresores sexuales de niños presentan déficits en flexibilidad cognitiva e inhibición, al ser comparados con grupos control que no han cometido delitos en contra de los niños.
Gannon y Alleyne (2013) llevaron a cabo una revisión sistemática en la que incluyeron 13 artículos para determinar elementos relacionados con cognición social en mujeres agresoras sexuales infantiles y encontraron que tienden a utilizar declaraciones que justifican o soportan la conducta delictiva en igual medida que los hombres agresores sexuales, además presentan menores niveles de empatía al ser comparadas con mujeres que no han cometido agresiones sexuales. En este punto se resalta lo que Barnett y Mann (2013) especificaron en su revisión sistemática respecto al estudio de la empatía como componente de la cognición social, pues consideran que la medida de los componentes cognitivos y afectivos deben incluir más elementos como el respeto y la compasión que también influyen en la reincidencia de la conducta sexual delictiva.
Dillien et ál. (2020) realizaron una revisión sistemática sobre las características neuropsicológicas de los agresores sexuales infantiles e identificaron 20 artículos, de los cuales destacaron las diferencias de los perfiles de agresores con criterios y sin criterios diagnósticos de pedofilia, encontrando que los agresores que cumplen con criterios de pedofilia presentan mejor capacidad de memoria de trabajo visuoespacial y flexibilidad cognitiva y menor velocidad de procesamiento y funcionamiento visuoespacial.
En general, las publicaciones dirigidas a identificar las características neurocognitivas en abusadores sexuales infantiles dan cuenta de algunos déficits en el funcionamiento ejecutivo y en la cognición social. En este sentido, el propósito de esta revisión es identificar y comparar características neurocognitivas de agresores sexuales infantiles, a partir de una revisión de alcance. Se tomó como referencia la relación de familiaridad entre la víctima-victimario, así como la presencia o ausencia de intereses pedófilos. Este conocimiento resulta útil no solo en la comprensión de la asociación entre cognición y conducta delictiva (Ortiz-Tallo et ál., 2002) sino también en la generación de prácticas más efectivas para la prevención del abuso sexual (Joyal et ál., 2014; Seto et ál., 2015).
Método
Tipo de estudio
Se realizó una revisión de alcance. De acuerdo con Grant y Booth (2009), este tipo de revisiones examinan la literatura reciente o actual, cubre una visión integral y exhaustiva sobre un tópico, su estilo para comunicar la información es narrativo y puede ser cronológico, conceptual o temático, para el caso particular de este documento la modalidad es temática. Una de sus características es que no hay un propósito explícito por maximizar el alcance o analizar los datos recopilados. En este tipo de estudio se determinan cinco fases: (1) identificación de la pregunta inicial de investigación, (2) identificación de los estudios importantes, (3) selección de los artículos, (4) trazabilidad de los datos, (5) cotejo, resumen y reporte de resultados (Arksey y O’Malley’s, 2005).
Estrategia de búsqueda
El criterio base de la revisión fueron publicaciones de estudio empírico o metaanálisis, escritos en inglés y español, que tuvieran entre uno de sus propósitos evaluar las características neurocognitivas de los agresores sexuales infantiles en función de la relación de familiaridad del agresor con la víctima o el interés pedófilo.
Con el trabajo de tres investigadoras, se revisaron cuatro bases de datos: Science Direct, Proquest, Pubmed y Ebsco, se buscó sin uso de comillas las siguientes palabras clave: child sexual aggressor, child sexual offending, pedophilic sex offenders, child sex abusers, child sexual abuse in pedophilia, child sexual offender, incestuous offenders, criminal offenders pedophilia, sexual offenders against children, pedophilic child sexual offenders,sex crimes, intrafamiliar y extrafamiliar child sexual abuse, agresor sexual infantil, abusador sexual infantil, agresores sexuales pedófilos, abusadores sexuales infantiles, abuso sexual infantil en pederastia, agresor sexual infantil, agresores incestuosos, agresores penales pedofilia, agresores sexuales contra niños, agresores sexuales pedófilos infantiles, delitos sexuales, abuso sexual intrafamiliar y extrafamiliar. Cada una de estas frases fue relacionada con las siguientes palabras: cognitive, executive function, cognitive flexibility, working memory, neurocognitive functioning, decision making, neuropsychology; cognición, función ejecutiva, flexibilidad cognitiva, memoria de trabajo, funcionamiento neurocognitivo, toma de decisiones y neuropsicología a través del operador booleano “and”, estableciendo un rango de fecha de publicación entre 2013 y 2019, siendo la última fecha de búsqueda abril de 2019.
Las autoras realizaron la selección de forma independiente, con la revisión de títulos y resúmenes de cada uno de los artículos que resultaron de las búsquedas en las bases de datos, y tomando como criterio de inclusión en la etapa de búsqueda inicial que los artículos especificaran en su título o resumen los siguientes temas: (1) agresores sexuales infantiles o con interés pedófilo, (2) la medición de variables neuropsicológicas y (3) comparación entre agresores en ambiente intrafamiliar y ambiente extrafamiliar.
Resultados
Estudios incluidos
La búsqueda inicial con las palabras clave, en las bases de datos seleccionadas, arrojó un total de 145653 artículos, 31255 en Science Direct, 64329 en Proquest, 895 en Pubmed y 49174 en Ebsco. En un primer momento se eliminaron 83 artículos duplicados; sin embargo, al revisar los títulos de los artículos, se encontró una amplia diversidad de temas que no abordaban las variables de interés, tales como agresores sexuales de adultos o en línea (De Santisteban et ál., 2018; Fortin et ál., 2018; Shelton et ál., 2016), parafilias distintas a la pedofilia y estudios de neuroimagen en conducta sexual delictiva en general (Fonteille et ál., 2019; Habermeyer et ál., 2013; Kärgel et ál., 2015; Lett et ál., 2018).
Esta condición motivo la realización de un segundo filtro desde las bases de datos, con énfasis en la población, el tipo de documento, además se dio prelación a las fuentes primarias; en esta etapa se obtuvieron 92 artículos. Se revisaron los títulos y resúmenes, a partir de estos fueron seleccionados 9 artículos (ver figura 1).
Características generales de los artículos analizados
Entre los artículos incluidos en la revisión para la construcción del presente documento, se encuentran dos de origen alemán, uno de Estados Unidos, uno de España, dos de Francia, dos de origen canadiense y uno de Holanda. En las publicaciones se presentan las características neurocognitivas del agresor, sin la pretensión de clasificarlas de acuerdo con una tipología en particular, sin embargo, para efectos de la revisión se organizaron a partir de los criterios de familiaridad entre la víctima y el agresor (intrafamiliar-extrafamiliar) así como la existencia o no de un diagnóstico de pedofilia. Cabe señalar que en algunos casos no son categorías excluyentes, por ejemplo, se presentan casos de pedófilos extrafamiliares o incluso hay estudios en que la tipología puede ser ambigua porque los autores clasifican los agresores como extrafamiliares, sin tener lazos de consanguinidad o parentesco con el abusador (Turner et ál., 2014).
Los estudios seleccionados tenían como objetivo inferir diferencias significativas al comparar los resultados de dos o más grupos, en su mayoría se incluyó un grupo control sin antecedentes de agresión sexual (Becerra-García y Egan, 2014); excepto Turner et ál. (2014). El tamaño de la muestra y la edad de los participantes fue heterogéneo, en relación con la primera variable, osciló entre 47 a 134 participantes (Becerra-García y Egan, 2014; Blatier et ál., 2016; Hempel et ál., 2015; Kärgel et ál., 2015; Massau et ál., 2017; Turner et ál., 2014; Joyal et ál., 2018) y el rango de edad fue de 20 a 70 años (ver tabla 1).
Se resalta entre los artículos seleccionados la aplicación de instrumentos para medir constructos psicológicos como inteligencia, depresión, psicopatía y reincidencia; mediciones que fueron realizadas como complemento a la medición de las variables neuropsicológicas para las que se utilizaron las siguientes pruebas: Trail Making Test (TMT) (Becerra-García y Egan, 2014), Batería neuropsicológica de Cambridge (CANTAB) (Massau et ál., 2017) y tarea go/no go (Kärgel et ál., 2015) The Wisconsin Card Sorting Task, The computerized Iowa Gambling Task (IGT) (Joyal et al., 2018). Y para la evaluación de elementos de cognición social: The Basic Empathy Scale (BES), The Molest Scale (Hempel et ál., 2015), The Criminal act attribution scale (Offence questionnaire - OQ) y The Empathy questionnaire (Blatier et ál., 2016).
Respecto a los análisis estadísticos que se observaron en los estudios, para las variables categóricas se utilizó chi cuadrado, para las diferencias entre grupos se utilizó ANOVA (Becerra- García y Egan, 2014; Blatier et ál., 2016; Turner et ál., 2014) y ANCOVA (Massau et ál., 2017), correlación de Spearman (Hempel et ál., 2015). Entre las limitaciones reportadas en los artículos incluidos, se encuentra la necesidad de aumentar el número de participantes para una mayor representatividad y la falta de literatura relacionada con los constructos evaluados (Turner et ál., 2014), además del número limitado de instrumentos de medición (Massau et ál., 2017).
Características neurocognitivas
En los estudios seleccionados prevalecen las comparaciones entre grupos, se relaciona agresor extrafamiliar-intrafamiliar, pedófilos con o sin antecedentes de agresión sexual y extrafamiliares pedófilos con o sin antecedentes de agresión sexual.
Respecto a la relación extrafamiliar-intrafamiliar, dos estudios tuvieron como propósito identificar diferencias en el procesamiento cognitivo a partir de la aplicación de pruebas que evaluaban: memoria de trabajo, flexibilidad cognitiva, control inhibitorio y velocidad de procesamiento, y en ambos se reportaron diferencias significativas en memoria de trabajo, con un rendimiento inferior en los agresores incestuosos o intrafamiliares al compararlo con el agresor extrafamiliar (Becerra-García y Egan, 2014; Massau et ál., 2017).
Otro hallazgo referido a diferenciar en la cognición social entre estos dos grupos señala que los intrafamiliares rechazan las actitudes y creencias que apoyan la ofensa, además de tener menor congruencia emocional con niños, al compararlos con los extrafamiliares, sin embargo, los niveles de empatía son menores en los agresores extrafamiliares (Seto et ál., 2015).
En cuanto a la variable agresores extrafamiliares pedófilos, al comparar a quienes han cometido agresiones sexuales con quienes no, se reporta una menor capacidad en el control inhibitorio en el primer grupo (Kargel et ál., 2015) en cuanto a la flexibilidad cognitiva este grupo con características de diagnóstico por pedofilia presentó un mejor rendimiento en flexibilidad cognitiva, aunque se mantuvo un déficit en esta capacidad al comparar agresores que no presentan diagnósticos de pedofilia con sujetos no agresores sexuales (Massau et ál., 2017). En la revisión no se encontró que los artículos hicieran referencia a la condición de intrafamiliar pedófilo.
Respecto a los agresores diagnosticados con pedofilia, al comparar a quienes han cometido actos delictivos con quienes no los han cometido, se encontró un menor control inhibitorio en quienes presentan la comisión del delito (Kärgel et ál., 2017).
Características neurocognitivas
En los estudios seleccionados prevalecen las comparaciones entre grupos, se relaciona agresor extrafamiliar-intrafamiliar, pedófilos con o sin antecedentes de agresión sexual y extrafamiliares pedófilos con o sin antecedentes de agresión sexual.
Respecto a la relación extrafamiliar-intrafamiliar, dos estudios tuvieron como propósito identificar diferencias en el procesamiento cognitivo a partir de la aplicación de pruebas que evaluaban: memoria de trabajo, flexibilidad cognitiva, control inhibitorio y velocidad de procesamiento, y en ambos se reportaron diferencias significativas en memoria de trabajo, con un rendimiento inferior en los agresores incestuosos o intrafamiliares al compararlo con el agresor extrafamiliar (Becerra-García y Egan, 2014; Massau et ál., 2017).
Otro hallazgo referido a diferenciar en la cognición social entre estos dos grupos señala que los intrafamiliares rechazan las actitudes y creencias que apoyan la ofensa, además de tener menor congruencia emocional con niños, al compararlos con los extrafamiliares, sin embargo, los niveles de empatía son menores en los agresores extrafamiliares (Seto et ál., 2015).
En cuanto a la variable agresores extrafamiliares pedófilos, al comparar a quienes han cometido agresiones sexuales con quienes no, se reporta una menor capacidad en el control inhibitorio en el primer grupo (Kargel et ál., 2015) en cuanto a la flexibilidad cognitiva este grupo con características de diagnóstico por pedofilia presentó un mejor rendimiento en flexibilidad cognitiva, aunque se mantuvo un déficit en esta capacidad al comparar agresores que no presentan diagnósticos de pedofilia con sujetos no agresores sexuales (Massau et ál., 2017). En la revisión no se encontró que los artículos hicieran referencia a la condición de intrafamiliar pedófilo.
Respecto a los agresores diagnosticados con pedofilia, al comparar a quienes han cometido actos delictivos con quienes no los han cometido, se encontró un menor control inhibitorio en quienes presentan la comisión del delito (Kärgel et ál., 2017).
Discusión y conclusiones
El objetivo de este estudio fue realizar una revisión de alcance de las publicaciones en inglés y español, en cuatro bases de datos, entre 2013 y 2019, que han estudiado las características neurocognitivas de agresores sexuales infantiles, al tomar como referencia la relación de familiaridad entre la víctima y victimario, así como la presencia o ausencia de intereses pedófilos.
En general, tanto en los abusadores sexuales intrafamiliares como en los extrafamiliares no se reporta en los estudios déficit en el procesamiento neurocognitivo, excepto en los abusadores sexuales intrafamiliares, quienes tuvieron menor rendimiento en las tareas de memoria de trabajo (Becerra-García y Egan, 2014; Massau et ál., 2017); de la misma manera, en lo que corresponde a la cognición social, la congruencia emocional es más baja en este grupo, no sucede lo mismo con la empatía la cual es menor en los extrafamiliares (Seto et ál., 2015).
La congruencia emocional ha sido asociada con el concepto de apego, pues un estilo de apego inadecuado conduce a desregulación emocional y conductual, relaciones interpersonales deficientes y distorsiones cognitivas (Ten Hoor, 2013), al respecto, los agresores sexuales extrafamiliares suelen tener un estilo de apego caracterizado por el miedo a la intimidad y el rechazo que los lleva a elegir niños antes que pares para satisfacer necesidades sexuales, pues consideran que los niños son menos amenazantes, contrario al estilo de apego despreocupado identificado en agresores sexuales intrafamiliares (Sigre-Leirós et ál., 2015).
Respecto a la empatía, el estudio de Poulette et ál. (2018) confirma las disfunciones ejecutivas en abusadores sexuales infantiles, concernientes principalmente al lóbulo frontal izquierdo, que afectan habilidades de cognición social, reconocimiento de emociones y especialmente sufren de una disminución específica de empatía frente a la víctima; esta condición asociada con la aparición de ideas o cogniciones distorsionadas en el agresor justifican o aprueban las ofensas sexuales (Hempel et ál., 2015).
En relación con los abusadores sexuales infantiles extrafamiliares con tendencia a la pedofilia, se encontró que presentan un menor control inhibitorio y una mayor flexibilidad cognitiva, al compararlos con los agresores que no cumplían con los criterios diagnósticos de pedofilia (Kärgel et ál., 2015; Kärgel et ál., 2017). Frente a las dificultades en el control inhibitorio de los agresores sexuales diagnosticados con pedofilia, Tenbergen et ál. (2015) señalan que presentan un menor volumen de sustancia gris cerebral que puede estar asociado con las dificultades para inhibir sus comportamientos. Especialmente en el sistema límbico y el hipotálamo puede identificarse esta alteración debido a que a partir de la función de estas estructuras se impulsa instintiva y neuroquímicamente la regulación, inhibición o, al contrario, anormal excitación del comportamiento sexual. Reafirmando, Raine (2013) señala que “la corteza frontal recibe proyecciones del núcleo mediodorsal del tálamo, el cual está involucrado en el desarrollo cognitivo abstracto, la inhibición del comportamiento y regulación de la emoción” (p. 105), esto indica un inapropiado funcionamiento por parte de los pedófilos con respecto a sus capacidades racionales y comportamentales y su falta de regulación de acciones y emociones.
El déficit en control inhibitorio y la capacidad de flexibilidad cognitiva, también se identificaron en la revisión sistemática que Adjorlo y Egbenya (2016) llevaron a cabo con 24 artículos que comparaban subtipos de agresores sexuales, quienes concluyeron que los procesos de control ejecutivo son comúnmente alterados en agresores sexuales, pero en específico los déficits de flexibilidad e inhibición caracterizan a los agresores sexuales de niños en comparación con los resultados de grupos control que no han cometido delitos contra niños.
Entre otros hallazgos, se destacan los estudios que comparan los abusadores sexuales infantiles con los agresores sexuales de adultos, en general la evidencia señala para el primer grupo un menor rendimiento en control inhibitorio y en empatía, así como una mayor impulsividad (Joyal et ál., 2018.
Los estudios seleccionados permiten concluir que en general a nivel cognitivo se reportan diferencias significativas entre el abusador sexual infantil extrafamiliar y el intrafamiliar en memoria de trabajo, congruencia emocional y empatía, a favor del último grupo. Ahora, atendiendo a la escasa proporción de artículos que cumplieron con los criterios de inclusión para revisión, se señala la necesidad de realizar más investigaciones que correspondan al estudio de los constructos neuropsicológicos en relación con las conductas delictivas, con el fin de tener un mayor soporte científico en la identificación de estas características como apoyo a la justicia y a las instancias de tratamiento penitenciario (Price et ál., 2013), considerando especialmente la caracterización y comparación de subgrupos de agresores en delitos sexuales al conformar estos una muestra tan heterogénea.
En la revisión se identificaron varios estudios cuyo criterio de clasificación fue más general entre agresores sexuales infantiles y agresores sexuales de adultos. En uno de los estudios en los que se incluyeron jóvenes que habían cometido delitos sexuales, subdivididos en tres categorías respecto a la edad de la víctima (niños, pares y adultos), se reportan diferencias significativas en el control inhibitorio y en impulsividad, siendo mayor para los agresores sexuales infantiles al compararlos con los otros subgrupos, incluso el perfil neurocognitivo de los agresores sexuales de adultos tiende a ser más similar a personas que no han cometido un delito previamente (Joyal et ál., 2018).
Respecto a la cognición social, se encontraron riesgos más bajos de reincidencia en agresores sexuales de niños y menores niveles de empatía en este subgrupo, al compararlo con agresores de adultos en delito sexual (Blatier et ál., 2016). Relacionado con lo anterior, Poulette et ál. (2018) confirman la disminución de empatía en las agresiones sexuales cuando se relacionan con niños. De acuerdo con Hempel et ál. (2015), los bajos niveles de empatía que caracterizan la comisión de delitos sexuales contra niños, se deben a la aparición de ideas o distorsiones cognitivas en el agresor que justifican o aprueban las ofensas sexuales.
Se encontró otra tipología de agresores extrafamiliares asociada con la convivencia diaria con los niños por condiciones laborales, entre otros hallazgos se identifica una mayor prevalencia de diagnósticos de pedofilia en este grupo, cuando se compara bien sea con otros agresores extrafamiliares que no trabajan con los niños o con agresores intrafamiliares. De este grupo se destaca la implementación de estrategias más elaboradas para evitar que los niños revelen la conducta delictiva (Turner et ál., 2014).
Limitaciones
La taxonomía asociada al análisis de la conducta sexual del agresor y su relación con la víctima es muy variada y dificulta la caracterización de cada grupo. El constructo de pedofilia se utiliza de forma indiscriminada, no es excluyente y no es exhaustivo, situación que puede afectar las mediciones y estadísticas asociadas con la prevalencia de esta conducta.
Prospectiva
Debe prestarse mayor atención a los rasgos del abusador en los programas de prevención realizados en los institutos penitenciarios con énfasis en manejo de las distorsiones cognitivas, el control inhibitorio, así como el fortalecimiento de sus capacidades empáticas.
De igual manera, se consideran pertinentes estos hallazgos en la prevención de conductas delictivas relacionadas con el campo sexual, promoviendo el entrenamiento de niños, niñas y adolescentes en capacidades de planeación, flexibilidad cognitiva y control inhibitorio.
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