Las múltiples caras de la hospitalización parcial

The many faces of partial hospitalization


Michael Hoge1; Manuel Paris1; Luis M. Añez1; Antoni Corominas2 *

1 Universidad de Yale, New Haven, Estados Unidos

2 Fundación Hospital de Mollet, Barcelona, España

Recibido: 19 de septiembre de 2008 Revisado: 5 de noviembre de 2008 Aceptado: 5 de enero de 2009



Resumen

Se revisa el papel de la hospitalización parcial dentro del marco de la continuidad asistencial de los servicios de salud mental. A partir del análisis de cuatro casos ejemplificadores de las diversas opciones terapéuticas de estos programas, se cuestionan algunos mitos en relación con esta modalidad y se subrayan las evidencias establecidas con respecto a ésta. Asimismo, se identifican sus principales funciones y los aspectos fundamentales e idiosincráticos que caracterizan a este tipo de recursos.

Palabras clave: hospitalización parcial, hospital de día, continuidad asistencial, factores terapéuticos, asistencia en salud mental.



Abstract

This paper reviews partial hospitalization in the context of the continuum of care of mental health services. This is accomplished through the analysis of four case examples that illustrate different modalities offered by these programs. Myths about this treatment modality are discussed in light of available evidence. The principal functions, in addition to the fundamental and unique features characteristic of partial hospitalization are identified and discussed.

Key words: partial hospitalization, day hospital, continuity of care, therapeutic factors, mental health care.



Introducción

Este artículo pretende aportar puntos de reflexión en torno a los orígenes, funciones e ingredientes terapéuticos de la hospitalización parcial, así como acerca de los retos implicados en la optimización de su efectividad en el marco de un modelo integral de tratamiento.

A partir de la experiencia de los autores en el campo de la hospitalización parcial, se pretende examinar las diversas vertientes de esta modalidad terapéutica desde la descripción de cuatro casos clínicos que ejemplifican sus principales indicaciones. Posteriormente, se analizan las principales funciones, ingredientes y limitaciones de este tipo de recursos.


Las múltiples "caras"

Caso clínico N° 1: Ana

Una estudiante universitaria llamada Ana, de veinte y pocos años es llevada a urgencias de un hospital general por una compañera de habitación. La muchacha ha venido sufriendo un estado depresivo progresivamente más grave, marcado por un ánimo triste, sentimientos persistentes de culpa y minusvalía, dificultades para dormir y disminución del apetito. Ha estado faltando a la mayoría de sus clases, lo que le ha acarreado fallas y el riesgo de ser expulsada de la escuela. Al principio, su novio la apoyaba, pero se cansó de la relación, hasta el punto que le dijo que ésta había terminado. Ana realizó una tentativa autolítica por sobre ingesta de analgésicos y alcohol. En urgencias fue valorada por un psiquiatra con dedicación parcial en el hospital de día para pacientes agudos.

Aun considerando el riesgo autolítico, no lo valoró como inminente. Dado que la paciente no tenía antecedentes de intentos previos, tenía un buen apoyo por parte de amigos y compañeros universitarios, y aceptaba un abordaje terapéutico que implicaba un compromiso en el sentido de no repetir tentativas, el psiquiatra programó su ingreso en hospital de día para pacientes agudos.

Tal como se acordó, Ana fue acompañada al hospital de día por su compañera de habitación. El psiquiatra inició una pauta de tratamiento antidepresivo, la paciente recibió aconsejamiento individual diario con una trabajadora social del equipo y, asimismo, participó en diversos grupos terapéuticos. Simultáneamente, fue remitida para tratamiento en la consulta ambulatoria universitaria, en la cual se la citó tras una semana de tratamiento en hospital de día.

Ana parecía beneficiarse del contacto diario con el hospital de día, aunque, al mismo tiempo, se hallaba un poco temerosa de los pacientes psicóticos y depresivos graves que participaban en el programa. Parece que esto precipitó lo que podríamos denominar un "vuelo hacia la salud", tal como ella misma reconoció al admitir que "quizá" sus problemas no eran tan terribles como los que debían afrontar sus compañeros del hospital de día. Pronto empezó a hablar de reanudar sus actividades habituales; comenzó a acudir a algunas de sus clases en la universidad y fue dada de alta del hospital de día tras dos semanas, continuando el abordaje ambulatorio.


Caso clínico N° 2: Jorge

Este varón de treinta y cinco años, diagnosticado de esquizofrenia al final de su adolescencia, representa otra de las caras de la hospitalización parcial. Jorge ha sido ingresado catorce veces desde que empezó la enfermedad, y algunos de los periodos de hospitalización han durado varios meses. Sin embargo, durante los dos últimos años no ha precisado ningún reingreso. Sufre alucinaciones auditivas de forma crónica, consume habitualmente marihuana y alcohol, tiene una limitada capacidad atencional que ha condicionado en gran medida sus actividades productivas, y sus habilidades de cuidado personal e higiene se hallan empobrecidas.

Jorge vive en un piso protegido con un nivel moderado de supervisión por parte del equipo terapéutico. Se dedica a vagabundear día y noche, se ve implicado periódicamente en problemas con la policía a raíz de su conducta mendicante y en ocasiones agresiva hacia la gente. Ha sido detenido en diversas ocasiones por delitos menores. Jorge recibe abordaje farmacológico y psicosocial por parte del equipo de salud mental de su sector. El responsable del paciente está preocupado por la ausencia de mejorías y la falta de actividades adecuadas, por lo que le deriva al programa de hospitalización parcial del servicio. Tras dos citas para la entrevista de valoración de ingreso en que el paciente no se presenta, el responsable "gestor" del caso decide acompañarle a la tercera cita, en la que acepta de mala gana el ingreso. El responsable del caso espera que el hospital de día aporte cierta estructura a la vida diaria de Jorge, mejore su nivel de funcionamiento y permita una revaloración adecuada de los múltiples fármacos que está tomando.

El paciente parece interesado básicamente en disponer de comida gratis y en algunas de las actividades grupales. No se presenta durante los primeros días en los que estaba programada su asistencia, pero finalmente entra en el programa.

Durante los siguientes tres meses, el paciente acude esporádicamente y participa de forma irregular en los grupos y actividades programadas, aceptando algunas y rechazando otras. El psiquiatra realiza ajustes en su medicación y aprovecha la oportunidad de observar día a día la respuesta clínica a las modificaciones terapéuticas durante un amplio periodo de tiempo. El personal del equipo encargado de las actividades rehabilitadoras implica a Jorge en la preparación de algunas comidas y en los grupos de higiene personal dentro del programa. Además, realizan una visita domiciliaria en la que le ayudan a organizar mejor las condiciones de su vivienda y le conectan con grupos de ayuda mutua y actividades rehabilitadoras que puede continuar tras el alta. Cuando el paciente abandona el hospital de día, el responsable del caso valora que ha habido una leve mejoría en cuanto a estado de ánimo, grado de interferencia de sus alucinaciones, su nivel de actividad y su higiene personal.


Caso clínico N° 3: María

María representa una tercera cara de la hospitalización parcial. Es una mujer de mediana edad, con el diagnóstico de trastorno límite de la personalidad y trastorno depresivo. Lo más problemático es su patrón crónico de autolesiones. Se ha realizado cortes hasta el extremo de haber requerido hospitalización desde el punto de vista médico y psiquiátrico. El último ingreso en la Unidad de Psiquiatría duró diez días y ocurrió tras producirse cortes en los brazos con un cristal roto. Al alta fue derivada a una Unidad de Hospitalización Parcial de corta estancia con el objetivo de escalonar la transición desde la hospitalización completa hasta el tratamiento ambulatorio y la reintegración social.

Durante su primera tarde en el hospital de día sintió fuertes impulsos de cortarse y fue incapaz de comprometerse verbalmente a contener esta conducta durante la noche. Así, fue remitida nuevamente a la Unidad de Hospitalización por la noche, volvió al hospital de día a la mañana siguiente y realizó con éxito la transición a su piso a la segunda noche. María asistió al hospital de día durante las siguientes cuatro semanas con bastante regularidad. El equipo evaluó su riesgo autolesivo, según valoraciones diarias, y le suministró apoyo telefónico algunas noches y fines de semana mediante un número que proporcionaba apoyo en situación de crisis, al que ella podía llamar.

Durante su ingreso en hospital de día volvió a contactar a su terapeuta ambulatorio y empezó a asistir una vez por semana a un club psicosocial local por las noches. Durante la última semana acudió al hospital de día sólo tres de los cinco días de cara a facilitar su desvinculación y adaptarse a la falta estructura que volvería a marcar su vida cotidiana al ser dada de alta. Cuando esto ocurrió, seguía experimentando pensamientos recurrentes en relación con autolesionarse, pero con menor frecuencia e intensidad.


Caso clínico N° 4: Jaime

Jaime representa la cuarta cara de la hospitalización parcial. Sólo tiene quince años, pero ya ha vivido infinidad de problemas. Reside "oficialmente" con su madre soltera; el padre está ausente de la vida de este chico. Jaime tiene sus capacidades intelectuales limitadas, de forma probablemente secundaria a alguna patología orgánica cerebral. No asiste a clase de forma repetida y su rendimiento académico es malo. Tiene dificultades en el control de sus impulsos y se ha visto implicado en numerosas ocasiones en peleas, habiendo herido de gravedad a otros chicos, al menos una vez. Las peleas, vandalismo y robos le han comportado numerosas detenciones y juicios con el resultado de penas de libertad condicional.

Cuando recientemente le pegó a su mamá, ella llamó a la policía. Tras dos noches en un Centro Penal de Menores, fue remitido al hospital de día de adolescentes del sector. Asistió juiciosamente al hospital de día y controló su conducta en casa, bajo la amenaza de reingresar en el penal. Sin embargo, cuestionaba al equipo y cada una de las normas del programa durante las primeras dos semanas de tratamiento. A pesar de su actitud de oposición, parecía disfrutar de la atención de algunos miembros del equipo y de la camaradería con algunos de sus compañeros. Le fue retirada la medicación, ya que, de hecho, no parecía beneficiarse de ella. Asistió a grupos que aplicaban estrategias cognitivo-conductuales para el control de impulsos y obtuvo recompensas a partir de un programa conductual que proporcionaba incentivos por "buena conducta".

Su mamá acudió a sesiones semanales con Jaime y un terapeuta para analizar los desencadenantes de los conflictos en casa y para identificar respuestas alternativas y constructivas a estas situaciones. Además, la señora asistió a grupos de terapia familiar para aprender estrategias de cara a mejorar el ejercicio de su rol materno. Luego de tres semanas, Jaime empezó a repartir su tiempo entre el hospital de día y la escuela. Al cabo de dos meses fue dado de alta del hospital de día y volvió a asistir regularmente a la escuela. La frecuencia de sus conductas antisociales e ilegales se redujo en cierta medida y los conflictos con su madre disminuyeron.


Ambigüedad y confusión

Las anteriores fueron las cuatro caras de la hospitalización parcial. Se podrían describir otras, como el programa parcial nocturno para pacientes con adicciones o el modelo de hospital de día/ residencia, en el cual el hospital de día se combina con estancias nocturnas que, en general, son bastante escasas y con escasa dotación de personal. Existen programas de día para niños, programas parciales de tarde para niños y adolescentes al término de la jornada escolar y amplios programas de día en los cuales pacientes crónicos y graves pueden integrarse en número considerable a lo largo de uno o dos años.

De hecho, existen muchas caras de la hospitalización parcial, lo que acrecienta la confusión acerca de la naturaleza de esta modalidad clínica. El propio nombre, hospitalización "parcial", es probablemente infortunado, ya que transmite no tanto lo que esta modalidad es, sino lo que no es. Significaría algo menos que la hospitalización; es hospitalización incompleta. El nombre transmite la sensación de algo inacabado o sin dirección clara.

E incluso el nombre de "hospitalización de día", que es más descriptivo, parece difícil de entender para muchos profesionales, pacientes y familias. Si la hospitalización significa 24 horas al día, ¿qué puede significar la hospitalización de día?

Si analizamos la historia de este enfoque terapéutico, vemos que probablemente se originó en Rusia, aproximadamente en 1930. No surgió a partir de una brillante teoría o de una investigación científica, sino como respuesta a la escasez de camas de hospitalización. Fue una solución "parcial" al detectar la necesidad de proveer de servicios hospitalarios a pacientes para quienes éstos no estaban disponibles (Marshall, 2003).

Toda esta ambigüedad e incertidumbre ha realzado la importancia de estudiar, definir y entender esta modalidad terapéutica. La hospitalización parcial puede tener muchas caras, pero, igual que las múltiples caras de los pacientes que tratamos, debemos intentar entenderlos individualmente, con sus singularidades, puntos débiles y aspectos positivos. De lo contrario, seguirán siendo simplemente rostros sin nombre en medio de la multitud. La falta de definiciones claras y de modelos de programas se ha aducido como la razón principal de que los profesionales no deriven, los pacientes no acepten y los organismos encargados de la provisión de servicios no implementen esta modalidad terapéutica.


Tipos de hospitalización parcial

Si bien las denominaciones pueden variar, parece haber tres grandes tipos de hospitales parciales, que se pueden identificar más adecuadamente, según su principal función terapéutica (Hoge, Davidson, Hill, Turner & Ameli, 1992; Scheifler & Lefkovitz, 2003; Schene, van Lieshout & Mastboom, 1988).


Dilemas e interrogantes

Infrautilización

Los subtipos descritos nos ayudan a enmarcar algunos dilemas, vulnerabilidades e interrogantes acerca de la modalidad de la hospitalización parcial. Lo más preocupante es que muchos de los programas bien concebidos, organizados y enfocados, a menudo sufren la llamada "infrautilización paradójica" (Fink, Longabaugh & Stout, 1978). Las razones de esta infrautilización no han sido claramente identificadas, pero se han barajado diversas posibilidades (Hoge et al., 1992), entre las que se encuentran las siguientes:

La infrautilización de los hospitales de día de agudos es quizás más difícil de explicar. En casi todos los servicios, las camas de agudos son escasas y los dispositivos de urgencias están desbordados, pero aun así puede haber plazas sin ocupar en los hospitales de día. Una valoración a fondo sugiere que la hospitalización de día puede ser el tratamiento más apropiado para un determinado grupo de pacientes en un determinado momento del tiempo: justo cuando la hospitalización completa no es imprescindible o ya no es necesaria, pero el tratamiento ambulatorio es insuficiente (Horvitz-Lennon, Normand, Haccione & Frank, 2001).

No obstante, si el episodio de hospitalización parcial va a ser breve y vamos a captar ese momento del tiempo en el cual la modalidad resulta la más adecuada, nuestro gran reto es identificar a los candidatos adecuados en el momento preciso, derivarlos a nuestros hospitales de día de forma inmediata, tratarlos allí de forma eficaz y derivarlos rápidamente a tratamiento ambulatorio. Sin embargo, nuestros sistemas asistenciales tienden a funcionar lentamente. Las transiciones de los pacientes a través de las barreras entre un programa y el siguiente tienden a enredarse entre trámites burocráticos, requisitos relacionados con la documentación médica y el complicado proceso que supone la recepción y valoración del paciente por parte del equipo (Hoge & Howenstine, 1997).

La pregunta que surge es si en realidad estamos preparados para realizar la difícil tarea que nuestro modelo de hospitalización parcial de agudos requiere ¿Podemos ser lo bastante preciso en la identificación de pacientes apropiados y tan eficientes como para proporcionar el cuidado y los servicios necesarios? Existen diversos factores que pueden resultarnos útiles en nuestros esfuerzos.


Fase activa de tratamiento

Aunque pocos cuestionan la relativamente corta estancia en programas de hospitalización parcial aguda (Hoge, Farrell, Strauss & Posner, 1987), surgen preguntas con respecto a la justificación de estancias más prolongadas o intermedias en los programas que hemos denominado como "tratamientos de día". El reto para estos programas de hospitalización parcial es demostrar que estas estancias más largas redundan en una reducción de síntomas y una mejoría en el funcionamiento del paciente. Sabemos que los síntomas agudos, generalmente, responden al tratamiento rápidamente, pero no sabemos con certeza qué capacidad tienen los programas de hospitalización parcial para lograr mejorías continuadas en el perfil sintomático de un paciente después de las primeras semanas de tratamiento.

Con respecto a la mejoría del nivel de funcionamiento, la pregunta que nos hacemos es si los programas de hospitalización parcial constituyen el mejor ambiente en los cuales proporcionar servicios de rehabilitación. Por ejemplo, sabemos que los pacientes que aprenden una habilidad en un despacho o programa ambulatorio, muchas veces tienen dificultades para generalizar estas habilidades en sus rutinas diarias. Esto ha llevado a algunos a proponer que la provisión de cuidados intensivos en unidades de hospitalización completa o en programas de hospitalización parcial debe ir seguida de intervenciones de rehabilitación en contextos más reales, dentro de la comunidad. Por ejemplo, en el estado de Vermont, dos programas de hospitalización parcial fueron convertidos en su totalidad en programas ocupacionales comunitarios; de esto se obtuvieron resultados superiores en comparación con pacientes en programas de hospitalización parcial (Torrey & Becker, 1995).

A partir de estas experiencias, podemos concluir lo siguiente:

Hace unos quince años se puso en marcha una corriente crítica en contra de los programas de hospitalización parcial en Estados Unidos, encabezado por familiares de pacientes y entidades públicas y privadas que cubrían los gastos de los pacientes. La crítica fue dirigida más profundamente a los Centros de Día u Hospitales de Día que proveían servicios a largo plazo para personas con enfermedades mentales crónicas. El punto de mira de esta crítica era la carencia de ingredientes efectivos de tratamiento, por parte de estos programas, que simplemente representaban para el paciente un lugar donde acudir, pero que no ofrecían un enfoque terapéutico que modificara su vida. Como resultado de esa crítica, ha habido un cambio en la utilización de los Hospitales de Día como Centros de Día en Estados Unidos, de manera que las personas con trastornos mentales severos son tratados mayoritariamente en programas ambulatorios de gestión de casos, servicios de rehabilitación ocupacional y social, servicios residenciales y grupos de apoyo comunitario (Clark, Bush, Becker & Drake, 1996; Drake, McHugo, Becker, Anthony & Clark, 1996; Fiander, Burns, McHugo & Drake, 2003; Hoge, 2001).

La AABH (Association for Ambulatory Behavioral Healthcare), que es la asociación que actualmente promueve la hospitalización parcial, desistió de promover Centros de Día de larga estancia por miedo a que las críticas a este tipo de programas disminuyeran el apoyo a programas más intensivos de hospitalización parcial de corta estancia, así como a los centros que proporcionan tratamientos de día.


Investigación en hospitalización parcial

Hechos establecidos

Podemos debatir el mérito de las diversas modalidades de hospitalización parcial, pero ¿qué nos dice la investigación acerca de esta modalidad? A continuación se presenta una serie de lo que hemos denominado "hechos establecidos" acerca de la hospitalización parcial (del Olmo & Ibáñez, 1998; Hoge et al., 1992):


Límites de la investigación

En general, valoramos, en gran medida, la investigación y confiamos que revelará una serie de verdades que guiarán nuestro trabajo clínico. Sin embargo, la realidad es que la investigación sobre programas de hospitalización parcial no ha sido fiable, debido a cuatro mitos acerca del impacto de la investigación en la evolución de nuestros servicios de salud mental (Hoge, Davidson & Hill, 1993).

En resumen, es preciso continuar investigando sobre la hospitalización parcial. Sin embargo, se debe ser consciente de que es muy posible que la investigación siga nuestros pasos en vez de orientarnos hacia nuevas direcciones. Por consiguiente, debemos mantener expectativas realistas y modestas acerca de cuánto vamos a aprender por medio de la investigación, la cual, cuando está bien realizada, es inevitablemente costosa y complicada.


Factores terapéuticos

Hasta el momento, los comentarios aquí vertidos sobre la investigación han ido dirigidos primordialmente hacia métodos que enfatizan la recopilación y comparación de datos cuantitativos. En un esfuerzo para entender los beneficios terapéuticos de la hospitalización parcial, los autores y los equipos de investigación vinculados a éstos han utilizado métodos cualitativos de investigación basados en entrevistas semi-estructuradas a pacientes y clínicos, y una revisión y análisis sistemático de los resultados y las transcripciones de las entrevistas para identificar aspectos comunes (Hoge, Farrell, Munchel & Strauss, 1988).

Las preguntas de la entrevistas dirigidas a pacientes y clínicos indagaban sobre diversos aspectos: el tipo de cambio que se produjo en el paciente como resultado del programa de hospitalización parcial aguda; los factores terapéuticos que fomentaron el cambio; el proceso de tratamiento; los acontecimientos o aspectos terapéuticos críticos. La experiencia de los autores en hospitalización parcial apuntaba al enorme beneficio potencial que este tipo de programas puede aportar a los pacientes, de manera que la investigación pretendía entender mejor la naturaleza de sus efectos.

El trabajo reveló un total de catorce factores en la experiencia de hospitalización parcial que parecen ser terapéuticos (Hoge et al., 1988). A continuación se analizan los tres factores que resultaron relevantes para casi todos los pacientes evaluados:


Servicios para adolescentes

Un número creciente de terapeutas y profesionales de la salud están implicados en la provisión de servicios de hospitalización parcial para adolescentes. La estructura y apoyo que provee el ambiente de la hospitalización parcial parece ser una intervención efectiva para calmar y estabilizar a un adolescente con problemas. La hospitalización parcial puede representar un ambiente funcional, análogo a la familia, pero estructurado. Muchos adolescentes parecen aumentar el control sobre su comportamiento rápidamente bajo estas condiciones (Silvan, Matzner & Silva, 1999).

Un problema frecuente es que estos adolescentes pueden rápidamente revertir a patrones problemáticos de conducta poco después de haber sido dados de alta, lo cual comporta el reto continuo de determinar cuánto tiempo deben permanecer en los programas de hospitalización parcial. Estos adolescentes funcionan bien mientras están en estos programas, recaen cuando no están en ellos, pero no pueden permanecer en el programa indefinidamente. Más que cualquier otro tipo de programa de hospitalización parcial, los programas para adolescentes nos muestran la importancia de no centrarnos excesivamente en un enfoque intrahospitalario, de no dejarnos llevar equivocadamente por la estabilidad de los pacientes dentro de estos programas y de no prestar atención y ser incisivos sobre los problemas en el ambiente del paciente que contribuyen a la recaída cuando el paciente es dado de alta. Estos problemas incluyen conflictos con la familia, falta de estructura en los hábitos cotidianos, así como problemas relacionados con el entorno social del individuo, que puede estar saturado de sujetos que contribuyen a la recaída a través del consumo de drogas o la participación en actividades ilegales o conductas antisociales.

La hospitalización parcial se debe conceptualizar como una base estable desde donde se puede entrar en contacto con el ambiente del paciente al principio de su asistencia al hospital de día, para evaluar los recursos disponibles y los factores que amenazan la salud y el bienestar del sujeto. La transición de la hospitalización parcial a la comunidad debe ser anticipada, planificada y se debe iniciar ya en las primeras fases del tratamiento para que el enfoque de la hospitalización se base en la adaptación a la comunidad y no estrictamente en una adaptación dentro del contexto o los parámetros del programa de hospitalización parcial. La hospitalización parcial no solamente puede, sino que también debe constituir algo más que un refugio para los problemáticos y conflictivos entornos vitales de los adolescentes.


Servicios de toxicomanías

Es preciso señalar que los programas de hospitalización parcial para adultos con problemas de adicción a drogas o alcohol pueden jugar el mismo papel estabilizador que los programas de día para adolescentes. Muchos de estos adultos adictos logran controlar su necesidad de consumir durante el día si están trabajando, pero la falta de estructura durante la noche y la exposición a un ambiente familiar o social en el cual el consumo de drogas o alcohol es la norma, frecuentemente lleva a una recaída.

Los programas de hospitalización parcial que funcionan por la tarde y noche, y que se centran en el tratamiento de la adicción se han revelado como herramientas útiles en los sistemas de salud para quienes trabajan, proveyendo apoyo, estructura y un lugar seguro durante esas horas críticas del día. Estos programas se basan fundamentalmente en estrategias cognitivo-conductuales y de prevención de recaídas, junto con intervenciones en forma de grupos de apoyo basadas en el modelo de grupos de autoayuda de Alcohólicos Anónimos. �sta constituye una modalidad más de la hospitalización parcial, representando otro ejemplo de su flexibilidad y variabilidad.


Conclusiones y recomendaciones

Las ideas presentadas en este artículo representan la perspectiva de los autores acerca de este tipo de modalidad de tratamiento. A continuación se presentan algunas reflexiones finales.

Independientemente del país o de la época en que vivamos nuestros recursos para tratar a los individuos afectos de enfermedades mentales graves o adicciones serán siempre limitados. En consecuencia, el reto siempre recaerá en cómo utilizar nuestros escasos recursos de manera inteligente, eficiente y sensata. Los programas de hospitalización parcial pueden jugar un papel esencial al cubrir las diversas necesidades de nuestros pacientes de una manera flexible y eficiente.

En último extremo, todos los profesionales que trabajan en los hospitales de día son de hecho las caras de la hospitalización parcial. Es una modalidad de tratamiento increíblemente flexible que puede cubrir muchas funciones importantes en el ámbito de la continuidad asistencial, pero será lo que los profesionales hagan de ella. Sus funciones serán las que los equipos y las personas que los forman escojan. Adquirirá la forma que ellos diseñen. Su intensidad será la que ellos prescriban. La duración de la estancia y la relación con otros programas resultará de las decisiones administrativas que los profesionales tomen mientras construyan y desarrollen estos programas. La utilidad y efectividad de estos programas emanará de su liderazgo.

Cada dispositivo de hospitalización debe centrar los objetivos de su programa y hacer explícitas al máximo las modalidades terapéuticas que se utilizarán para lograrlos. Hay que valorar al hospital de día como un elemento importante dentro de cada servicio o red de salud mental, pero, al mismo tiempo, no hay que olvidar que sólo es un elemento de un sistema integral de atención (Hoge & Howenstine, 1997), y que las experiencias o episodios, aunque breves, por desgracia, para muchos de nuestros pacientes serán parte de una larga trayectoria en la recuperación de sus enfermedades. Debemos ser optimista acerca de la capacidad de estos programas para lograr mejorías inmediatas e importantes en las vidas de los pacientes, pero tampoco deberíamos formarnos expectativas irreales con respecto a la posibilidad de que un episodio de tratamiento breve para alguien que sufre de una enfermedad persistente y severa pueda alterar fundamentalmente el curso de la enfermedad o conducir a cambios trascendentales en la dinámica del paciente. Este tipo de expectativa simplemente decepcionará al profesional, al equipo y al individuo por quien estamos luchando.

A través de estos dispositivos podemos transmitir esperanza y optimismo a las diferentes personas que cruzarán sus puertas; un optimismo basado en que la crisis inmediata se superará, y que hay recursos no sólo para sobreponerse a esta crisis, sino también para recuperase de las futuras. Podemos incluir la confianza en los aspectos positivos del apoyo mutuo y el trabajo conjunto entre equipo y pacientes. Lo que es más importante, a través de este trabajo podemos transmitir a los pacientes la esperanza de que quizás les espera un futuro mejor.



Referencias

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* Correspondencia: Michael Hoge, Departamento de Psiquiatría, Universidad de Yale; Manuel Paris, Departamento Psiquiatría de la Universidad de Yale (Connecticut Mental Health Center); Luis M. Añez, Departamento de Psiquiatría, Universidad de Yale (Servicios Hispanos, Connecticut Mental Health Center); Antoni Corominas, Fundación Hospital de Mollet (Barcelona). Dirección postal: Manuel Paris, Yale University School of Medicine, The Hispanic Clinic, One Long Wharf Dr., New Haven, CT 06511, correo electrónico: [email protected]