Publicado
2018-11-19

Redes que se construyen dentro de la comunidad indígena Embera desplazada en Bogotá (Colombia): caso del alojamiento Embera en Santafé

Networks that are built within the Embera Katío indigenous community displaced in Bogotá (Colombia): case of Embera Katío housing in Santa fe

DOI: https://doi.org/10.15332/s2339-3688.2018.0001.01
María Camila Sánchez Delgado

Resumen (es)

¿Cuáles son las redes con que cuentan las familias indígenas en situación de desplazamiento en Bogotá (Colombia), qué sentidos construyen sobre ellas y cómo contribuyen a su vida cotidiana? Son las preguntas en las que se basa esta investigación que busca, en primera instancia, identificar y observar las redes ya existentes y aquellas que un grupo de familias indígenas tejen en su condición de desplazamiento para reconocer los sentidos que construyen sobre estas. Se lograron evidenciar lo sentidos de las redes que están dentro de esta comunidad
indígena desplazada, y algunas otras que toman fuerza en el desarrollo de su cotidianidad

Palabras clave (es): redes, desplazamiento, producción de sentidos

Resumen (en)

Which are the networks available to indigenous families living in displacement in Bogotá (Colombia), what meanings do they build on them, and how do they contribute to their daily lives? These are the questions on which this research is based, that seeks, in the first instance, to identify and to observe the existing networks, and those that a group of indigenous families weave in their displacement condition to recognize the meanings that they build on them.
Some of the results demonstrate the senses of the networks that are within this displaced indigenous community, and some others that take force in the development of their daily lives
Palabras clave (en): networks, displacement, social representations

Referencias

ACNUR – La agencia de la ONU para los refugiados. (2017). Vulneraciones DDHH-DIH en contra de los pueblos Indígenas. Enero 2015 - febrero 2017. Recuperado de http://www.acnur.org/recursos/publicaciones/

Guevara, R. (2004). Desplazamiento indígena, conflicto interno y expresiones de participación comunitaria en el Departamento del Cauca (Colombia). Historia Actual Online, (3), 65-72. Recuperado de https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=829429

Gutiérrez, M. (2008). Las familias en Bogotá: realidades y diversidad, CP Las familias indígenas en Bogotá. Facultad de Ciencias Políticas, Pontificia Universidad Javeriana.

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udea.edu.co/lms/moodle/file.php/232/Unidad_3/DonnyMeertens.pdf

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Semper, F. (2006). Los derechos de los pueblos indígenas de Colombia en la jurisprudencia de la Corte Constitucional. Anuario de Derecho Constitucional Latinoamericano, 761-768. Recuperado de https://revistas-colaboracion.juridicas.unam.mx/index.php/

anuario-derecho-constitucional/article/view/30326/27373

Vallejo, L. F. (2007). La construcción social del desplazado en Colombia. Cali, Colombia: Dirección de Investigaciones y Desarrollo Tecnológico.

Vasco. L. G. (2011). Miradas sobre la realidad Embera en Bogotá: una visión desde expertos. Voces, los Embera en Bogotá. Recuperado de http://www.institutodeestudiosurbanos.info/dmdocuments/cendocieu/coleccion_digital/Desplazamiento_Embera/Voces_Embera_

Bogota-Vasco_L.pdf

Cómo citar

Sánchez Delgado, M. C. (2018). Redes que se construyen dentro de la comunidad indígena Embera desplazada en Bogotá (Colombia): caso del alojamiento Embera en Santafé. Campos En Ciencias Sociales, 6(1), 13-41. https://doi.org/10.15332/s2339-3688.2018.0001.01

Redes que se construyen dentro de la comunidad indígena Embera Katío desplazada en Bogotá (Colombia): caso del alojamiento Embera Katío en Santa Fe       

Networks that are built within the Embera Katío indigenous community displaced in Bogotá (Colombia): case of Embera Katío housing in Santa fe          

María Camila Sánchez Delgado[1]

Universidad  Central (Colombia)

Fecha de recepción: Julio 31 de 2017 Fecha de aceptación: Abril 27 de 2018

 Para citar este artículo

Sánchez, M. C. (2018). Redes que se construyen dentro de la comunidad indígena Embera Katío desplazada en Bogotá (Colombia): caso del alojamiento Embera Katío en Santa Fe. Revista Campos en Ciencias Sociales, 6(1), 13-41. Bogotá: Universidad Santo Tomás. DOI: https://doi.org/10.15332/s2339-3688.2018.0001.01

Resumen

¿Cuáles son las redes con que cuentan las familias indígenas en situación de desplazamiento en Bogotá (Colombia), qué sentidos construyen sobre ellas y cómo contribuyen a su vida cotidiana? Son las preguntas en las que se basa esta investigación que busca, en primera instancia, identificar y observar las redes ya existentes y aquellas que un grupo de familias indígenas tejen en su condición de desplazamiento para reconocer los sentidos que construyen sobre estas. Se lograron evidenciar lo sentidos de las redes que están dentro de esta comunidad indígena desplazada, y algunas otras que toman fuerza en el desarrollo de su cotidianidad.

Palabras clave: redes, desplazamiento, producción de sentidos.

Abstract

Which are the networks available to indigenous families living in displacement in Bogotá (Colombia), what meanings do they build on them, and how do they contribute to their daily lives? These are the questions on which this research is based, that seeks, in the first instance, to identify and to observe the existing networks, and those that a group of indigenous families weave in their displacement condition to recognize the meanings that they build on them. Some of the results demonstrate the senses of the networks that are within this displaced indigenous community, and some others that take force in the development of their daily lives.

Keywords: Networks, displacement, social representations.

Introducción

El desplazamiento es una problemática que viven muchos indígenas en el país, se trata de un problema de gran complejidad. En este caso se abordaron las redes que construyen los indígenas Embera Katío desde su territorio hasta llegar a la ciudad de Bogotá por motivo del conflicto armado, cómo mantienen estas redes y cómo algunas se vuelven prioridad para ellos, de acuerdo con el sentido que le otorgan a cada una para el desarrollo de su diario vivir.

No solo el conflicto armado es el motivo para que las comunidades indígenas lleguen a las ciudades, pero sí se encuentra dentro de las principales causas para que la mayoría decidan hacerlo. A mediados del año 2016, la agencia de la ONU para los refugiados en Colombia informó que se había registrado un importante número de indígenas desplazados por causa del conflicto armado, afirma que se vive una crisis humanitaria donde hay aproximadamente 2.222 personas afectadas directamente (La Agencia de la ONU para los Refugiados, ACNUR, 2017)[2].

La ubicación estratégica de algunos resguardos indígenas los convierte en zonas de interés por parte de los grupos ilegales y armados por sus recursos naturales, como yacimientos de hidrocarburos, agua dulce, carbono, oro o porque pueden ser lugares de tránsito libre para la expansión de cultivos ilícitos.

Por otro lado, algunas familias están en lugares donde escasean los recursos naturales, las vías de acceso no están en las mejores condiciones, carecen de asistencia médica y no es viable vivir allí porque no hay suficientes redes comerciales en donde ellos puedan intercambiar sus productos.

Las grandes ciudades colombianas se convierten en uno de los principales destinos escogidos por las comunidades indígenas desplazadas para iniciar una nueva vida.

Con su llegada a la ciudad, algunas familias indígenas se han visto obligadas a pedir limosna y vivir en condiciones precarias.

La comunidad de los Embera Katío hace parte del grupo Chocoes (históricamente provienen del Chocó), son grupos nómadas y están ubicados geográficamente en varias partes del país, como los departamentos del Chocó, Risaralda, Quindío, Valle, Putumayo, Caquetá y Nariño. Los Embera Katío se hacen llamar hombres de montaña, como lo menciona Luis Guillermo Vasco, afirmando que:

Han sido grupos seminomádicos que fueron cercados por la colonización, cosa que los obligó a ubicarse en forma permanente en un mismo lugar, haciéndose agricultores sedentarios desde hace mucho tiempo, lo cual pudo haber agotado la productividad de los suelos en sus asentamientos. (Vasco, 2011, p. 7)

Bogotá es uno de los lugares donde han llegado indígenas de la comunidad Embera Katío desplazados por la violencia, con el argumento de buscar mejores oportunidades de vida. Este desplazamiento hacia la ciudad hace que las redes familiares tomen fuerza por la llegada de indígenas Embera Katío a Bogotá, la relación con quienes mantienen estas redes es el factor principal para llegar a lugares específicos, como alojamientos o pagadiarios[3] en el centro de Bogotá y la localidad de San Cristóbal. Para tener acceso a los alojamientos, es necesario que estas familias que llegan como desplazadas lo notifiquen a entidades gubernamentales.

La Unidad para la Atención y Reparación Integral de Víctimas[4] crea acciones de acercamiento con los indígenas, para mejorar sus condiciones de vida y contribuir al desarrollo participativo de las familias Embera Katío en actividades culturales, recreativas, sociales y académicas. Para eso crearon dos alojamientos que se encuentran ubicados en la localidad de Santa Fe, lugar situado en el centro de la ciudad de Bogotá y que es conocido por su comercio de artículos para motos y vehículos.

Por todo lo anterior, surge la necesidad de saber cómo es la adaptación de estas comunidades a un territorio al que no pertenecen, observar cómo se esfuerzan en no perder su identidad y comprender, desde la perspectiva comunicacional, la manera como interfieren las distintas redes, el sentido que les dan a estas y el proceso de adaptación a la ciudad, así como en las posibilidades del retorno. Es importante aclarar que el grupo con el que la autora realizó el trabajo de campo de la investigación, corresponde a un grupo de familias que se encuentra en una situación particular, ya que viven en un espacio de protección que es ofrecido y administrado por entidades públicas del nivel distrital.

Estado del arte

En el estado del arte se pretende observar y recolectar información que aporte al planteamiento de la problemática de las familias indígenas desplazadas en Bogotá, y que ayude de manera detallada a situar la pregunta problema. Se revisaron alrededor de treinta textos que tienen como eje central los temas de desplazamiento, de redes, de derechos humanos, migraciones indígenas, patrimonio cultural, movilizaciones indígenas, construcción étnica y asentamientos urbanos.

Al delimitar la búsqueda se seleccionó información encontrada entre los años de 2000 a 2015. Dentro de los documentos consultados fue necesario descartar algunos de forma inmediata, porque descontextualizan la investigación y de paso el centro de la problemática. La mayoría de los textos encontrados hacen referencia a las familias indígenas desplazadas, desde el punto de vista territorial y del conflicto armado. Hay otros documentos en los que se muestra la forma de vida que llevan estas familias al ser desplazadas hacia grandes ciudades de Colombia.

Se evidenció que la problemática del desplazamiento de las familias indígenas en Bogotá ha sido escasamente investigada, lo que hemos encontrado refiere a otros países de Latinoamérica y solamente dos de los documentos enfatizan en la ciudad de Bogotá (dinámica de la realidad y familias indígenas residentes en la ciudad), pero en su mayoría hablan de desplazamiento forzado como problemática general en el territorio nacional.

La búsqueda muestra que, entre los primeros hallazgos para la investigación, el libro La construcción del desplazado en Colombia de Luisa Fernanda Vallejo Cruz (2007), permite destacar y resaltar lo que la autora llama las “redes de protección”, la “red personal” y la institucionalización de la categoría de “desplazado” y su respectiva valoración. La misma autora destaca la lucha que desarrollan los pueblos indígenas por mantener vivas sus tradiciones y la forma en que argumentan qué tan importantes son las tierras en las que viven, no solo por el espacio físico, sino porque sienten que todo su patrimonio cultural y social está arraigado a estas. También evidencia las redes de “protección”, que son interpretadas como esos sistemas que les permiten estar seguros entre los diferentes grupos armados al margen de la ley.

En esta investigación plantearon observar y analizar no solo al desplazado inmerso en relaciones externas, sino también internas, especialmente las “redes familiares”, entre otros motivos, porque en la revisión bibliográfica encontraron que esta institución es central en el desarrollo cotidiano de sus relaciones. Esta decisión permitió delimitar el corpus de investigación, no desde la comunidad indígena, sino desde la familia indígena en condición de desplazamiento.

En este sentido, se tomaron como referencia Las familias en Bogotá: realidades y diversidad (Gutiérrez, 2008) que, en uno de sus capítulos, menciona el poco interés que tiene el Gobierno para ayudar de forma individual a los indígenas. Según este libro, en el capítulo “Las narrativas del desarraigo de los indígenas habitantes de Bogotá”, se prefiere ayudar a las comunidades en su totalidad, o desviar y centrar la atención en otras prioridades como los ataques militares, dejando de lado las configuraciones primarias y por tanto los casos específicos de esta población en situación de desplazamiento.

Fueron tomados en cuenta artículos en los cuales se describen varios sucesos que ayudan a construir hechos históricos, ayudando a entender cómo ha ido transformándose esta problemática, teniendo en cuenta ya al desplazado como el actor principal de la problemática y viendo su participación social. Por ejemplo, en el artículo “Desplazamiento indígena, conflicto interno y expresiones de participación comunitaria en el departamento del Cauca (Colombia)” (Guevara, 2004), podemos ver cómo cuantitativamente se analiza la problemática del desplazamiento en una zona del país.

“El conflicto en el Cauca no coincide con la división administrativa municipal, y si bien es cierto las zonas pretenden una reinstitucionalización del Estado, también se mueven dentro del mapa tradicional del Estado y la organización territorial tradicional, cosa que no respeta “el conflicto en el Cauca” (Guevara, 2004, p. 68). Esto permite acercarse a las condiciones territoriales del desplazamiento y reconocer algunas iniciativas que podrían ser interesantes para contemplar en el desarrollo de investigaciones posteriores.

Los hallazgos del material bibliográfico, también llevaron a encontrar documentos como es el caso del artículo “Los derechos de los pueblos indígenas de Colombia en la jurisprudencia de la Corte Constitucional” (Semper, 2006), porque claramente aborda la temática legislativa del país, donde se puede aprovechar su contenido para revisar con más detenimiento las leyes y derechos que cobijan a las comunidades indígenas en Colombia y sobre todo si se encuentran en la Constitución de 1991. Tomando como premisa la siguiente mención:

El reconocimiento de la comunidad indígena como sujeto de derechos (fundamentales) propios surge del principio fundamental del artículo 7 de la Constitución y establecer todo para su protección. La Corte Constitucional aclara que los indígenas son sujetos de derechos colectivos y no una acumulación de sujetos de derechos individuales que comparten extensivos intereses comunes, así que se abre de esta manera la protección jurídica a través de las demandas populares que tienen a su disposición. (Semper, 2006, p. 765)

Este texto ayuda a reconocer cómo desde la Constitución Política de 1991 es posible considerar a los indígenas como sujetos sociales que tienen derecho a protección; son considerados patrimonio, “el derecho a la participación en decisiones y medidas que pudiesen afectar a las comunidades indígenas, en particular relacionadas con la extracción de recursos naturales en sus territorios” (Semper, 2006, p. 766) por sus prácticas y costumbres.

Existe un número importante de investigaciones sobre comunidades indígenas desplazadas, donde se explican a grandes rasgos las causas que generan desplazamiento en estas comunidades, cómo el desplazamiento se vuelve una “condición” y cómo se convierte en una construcción social. La realidad de la problemática busca una rápida comprensión de lo que se vive en el presente, y no dejan mucho espacio para una reflexión, porque como sociedad llega un punto donde todo se vuelve común y de costumbre, algo de lo cotidiano y no genera un cambio que sea trascendental, sino que se estanca no solo a estas comunidades, sino a todo un país.

Los textos consultados ayudaron a reconocer el problema e identificar algunas categorías y ejemplos importantes en la investigación y que se desarrollaron durante todo el proceso.

Metodología

El presente artículo es un estudio descriptivo y cualitativo que pretende mostrar la importancia de las comunidades indígenas desplazadas en Bogotá, partiendo de la observación y el análisis de las redes que se presencian en estas familias en su diario vivir.

En este tipo de investigación, el compromiso del investigador es dar un significado social. La relación entre la teoría y el concepto es inductiva, ya que busca comprender los comportamientos sociales y tener una imagen de la sociedad, la cual debe ser construida por las mismas personas que la componen. Por ser una investigación cualitativa, los datos recolectados, siempre serán detallados.

La fuente primaria de la investigación serán los indígenas de la comunidad Embera Katío, que se encuentran en un alojamiento puesto a su disposición por la Unidad para la Atención y Reparación de Víctimas en Bogotá.

Como fuente secundaria está la Unidad para la Atención y Reparación de Víctimas en Bogotá. Es una identidad directamente relacionada con los Embera Katío que viven en Bogotá, en este lugar se les brindan unas condiciones de vida dignas a las familias alojadas. Reciben 5 comidas diarias, alojamiento, kit de aseo y actualmente se están gestionando proyectos con entidades como el IDIPRON (Instituto Distrital para   la protección de la Niñez y la Juventud), entidad encargada de proteger a niños en condición de vulnerabilidad. Uno de los pilares de este proyecto es la inclusión de las mujeres de la comunidad, para que dejen la mendicidad en las calles de Bogotá y se acojan a propuestas de empleo dignas, en donde ellas puedan explotar todas sus cualidades artísticas y culturales por medio de la venta de sus productos tradicionales realizados por ellas mismas.

Resultados

Como ya se había planteado en el enfoque metodológico, fueron utilizadas varias técnicas que ayudaron a tener un corpus consolidado. Los resultados se recolectaron a partir de 16 diarios de campo, donde se tuvo en cuenta cada uno de los detalles observados en las sesiones de acercamiento con la comunidad, tres informes de talleres y dos informes de entrevistas, donde están todos los datos referentes al objeto de investigación, que son las redes y los comportamientos que pudieran aportar a la investigación, y dos transcripciones de entrevistas, donde están todas las preguntas formuladas a los indígenas con sus respectivas respuestas. Para cada una de las actividades se trató de trabajar con el mismo grupo de indígenas. El corpus está conformado aproximadamente por 15 niños que participaron en el primer taller, y 25 adultos en el resto del trabajo de campo.

Contando con todo el material inició la codificación, luego se realizó la categorización partiendo de un cuadro de matrices, donde se expusieron las categorías inductivas (redes, desplazamiento y representación social) y las categorías emergentes (asistencialismo y relación económica). Se tomaron cada uno de los documentos y se inició el proceso de extracción de la información, obteniendo más de 40 páginas que compilan las voces de los sujetos de investigación.

La historia del alojamiento

El alojamiento Embera Katío ubicado en la ciudad de Bogotá, abrió sus puertas desde el mes de enero del año 2016, cuando familias indígenas provenientes del departamento del Chocó llegaron a Bogotá en condición de desplazamiento por causas como la violencia de grupos armados ilegales, y también para mejorar   su situación social, porque en el territorio no tenían garantías, puntualmente en términos económicos para una vida digna.

La existencia de este alojamiento se constituye por una situación coyuntural particular, en la cual varias de las familias indígenas llegan a Bogotá a insertarse en una dinámica que está marcada por la búsqueda de “pagadiarios” (lugar donde llegan algunos desplazados a la ciudad de Bogotá donde pueden pernoctar por un día), lo cual se vuelve insostenible porque no cuentan con un trabajo formal, en tanto sus fuentes de economía eran la venta de artículos como manillas, collares, aretes, pomadas, productos que no eran suficientes para rentar los “pagadiarios” y conseguir dinero para alimentar y sostener a su familia.

Al salir de los “pagadiarios”, estas familias Embera se movilizaron hasta el estadio El Campín dirigidos por sus líderes y permanecieron allí como señal de protesta. Con el correr de los días la situación se tornó más difícil debido a las condiciones de vida que se dan en la calle; los niños se enfermaron, generando una emergencia sanitaria, obligando a diferentes entidades del Gobierno como la Unidad de Víctimas, Secretaría de Gobierno de Bogotá y Cruz Roja a tomar control de la situación y establecer acuerdos con los líderes de la comunidad Embera para desalojar el sector del Campín, y llevar a las familias a un lugar digno donde mejorara su calidad de vida, mientras se resolvía su situación en la ciudad de Bogotá.

La Unidad de Víctimas adecuó un edificio ubicado en la calle 18 # 14-76, en la localidad de Santa Fe, para albergar a las 48 familias Embera que permanecían en el sector del Campín, en el alojamiento las familias tendrían 5 comidas diarias, acceso a educación, salud y aseo personal. Este caso de 48 familias es especial, porque hoy en día otras familias indígenas Embera desplazadas permanecen en los pagadiario.

Los motivos del desplazamiento

Con la recolección de datos quedó en evidencia que la mayoría de hombres y mujeres afirmaron que el motivo que los llevó a desplazarse de su territorio fue principalmente el conflicto armado, pero sin verse directamente afectados por esta situación. En muchos casos veían muchos helicópteros al día, pero no era muy común ver al Ejercito pasar por sus hogares, en cambio sí afirmaron que miembros de grupos armados como las FARC frecuentaban sus viviendas para pedir comida o escondites, varias veces amedrentaron a algunos indígenas, diciéndoles que se llevarían a sus hijos con ellos si no los ayudaban. En ningún momento fueron amenazados para que abandonaran sus tierras, pero decidieron alejarse de la problemática de la violencia y asegurarse de que el Gobierno les diera garantías de calidad de vida, porque aseguran no ser tenidos en cuenta. También afirman que los problemas de la quema de cultivos se estaban saliendo de las manos y los enfrentamientos entre grupos armados cada vez eran más frecuentes.

Después de tantos altercados deciden desplazarse a Bogotá para mejorar su estabilidad y sobre todo la de sus familias, pero aquí los problemas siguieron, porque al ser catalogados como desplazados son discriminados.

En los diarios de campo emergen continuamente descripciones de muchas situaciones que nos hacen evidenciar que estos acontecimientos han marcado de manera contundente a esta comunidad.

La vida cotidiana en el alojamiento

Para estar en el alojamiento ubicado en la calle 18, los Embera tienen que cumplir con unas normas básicas en su diario vivir. Para salir a la calle tienen que firmar un formato en donde dice que ellos salen bajo su responsabilidad, otra condición es que tienen que salir a la calle con buena presentación personal, el que no lo esté se le niega el permiso de salida. También tienen un horario de entrada al alojamiento, la persona que llegue después no se le permite salir por unos días.

En un día normal las mujeres se dedican a lavar la ropa de toda la familia, atender a sus hijos y cuando hay material para trabajar hacen manillas, aretes y collares. Por su parte, los hombres salen más a la calle porque estando en el lugar se aburren, envían hojas de vida a varias empresas, pero afirman que nunca son llamados, hay días en que asisten a talleres con diferentes entidades que se reúnen en la sede del Instituto Distrital para la Protección de la Niñez y la Juventud - IDIPRON, y de esta manera han aprendido a hablar español.

Por su parte los niños tienen que asistir al colegio, todos asisten a la misma clase, no importan las edades, además que siempre van al colegio acompañados de un traductor para el desarrollo normal de sus clases, en el alojamiento también los acompaña una terapeuta, la cual realiza talleres con ellos.

Evidentemente la investigación dio cuenta de lo mucho que cambian las dinámicas de vida de los Embera Katío en su territorio, comparándola con su situación actual en Bogotá, porque desde que llegaron al alojamiento, por ejemplo, a la cocina solo se pueden acercar a comer. En Bogotá tienen más tiempo libre y lo dedican a hacer artículos con chaquiras, en cambio en su territorio mantenían una vida muy activa, desde pequeños sus padres y abuelos les enseñaban a cultivar y trabajar la tierra, esa era la forma de mantener a su familia, cultivando alimentos como yuca, papa, plátano, trigo, cacao, productos que servían para su alimentación diaria y también para la venta y así sostener a todos los miembros de su núcleo familiar.

Por su parte, las mujeres Embera en el territorio eran las encargadas de la cocina y del aseo de la casa, pero también afirmaron saber cultivar algunos alimentos como maíz y chontaduro.

Son una sociedad bastante móvil, por este motivo las entidades que quieren hacer talleres con ellos tienen que dejar un aviso con anterioridad en la puerta del alojamiento para que los miembros de la comunidad puedan asistir.

En el proceso de cambio de vida a su llegada a Bogotá, los Embera han acogido diferentes costumbres para su diario vivir, el idioma es vital para comunicarse con los encargados del alojamiento y con las personas con quienes pueden interactuar en las calles bogotanas.

Las mujeres afirmaron que aprenden a hacer más objetos con chaquiras, porque tienen mucho tiempo libre y no tienen las mismas responsabilidades que tenían cuando aún estaban en su lugar de origen. María Helena contó qué es lo que ha aprendido:

Aprendido hacer chaquira, español poquito, no hay más. Las chaquiras, aretes, las manillas un poquito este aprendo, español sí, ya. Chaquiras. Aprendió hablar español poquito no más. (María Helena, comunicación personal, 28 de septiembre, 2016)

Por otro lado, los hombres de la comunidad Embera son quienes dominan el idioma español con más fluidez a la hora de hablar y responder a cada una de las preguntas que pudimos hacerles en los ratos que convivimos con ellos, las mujeres se muestran más tímidas, pero igual tratan de responder en español. De todas formas, los hombres al estar más en el ámbito público tienen más opciones para apropiar el español que las mujeres, que siguen estando más tiempo en el mundo privado (el alojamiento que representa un ámbito doméstico).

En un día normal tienen pocas ocupaciones, salen a deambular por el centro de Bogotá o permanecen dentro del alojamiento. Estando en el “pagadiario” intentaron comerciar con los productos que saben hacer (mochilas, artesanías y pomadas), pero no era un empleo muy rentable, porque conseguir los materiales en la ciudad de Bogotá es más caro y dicen que no son de la misma calidad, entonces llega un punto en el que hacer estas actividades ya no funciona.

Las Redes

Las redes son el centro de investigación, en cada sesión fue necesario evidenciar aquellas que conforman las familias indígenas Embera Katío residentes en el alojamiento. Se identificaron algunas redes existentes desde que estaban en territorio, otras que fueron tejiendo al llegar a Bogotá y otras más que van reforzando o bien, se ven debilitadas.

Se realizó una tipificación de las redes encontradas que presentamos a continuación, dejando claro que no son las únicas existentes y que, además, pueden activarse en momentos diferentes, cambiar de sentido o sobreponerse en sus funciones.

Desplazamiento

Inicialmente hubo una preconcepción de que existían redes fuertes al momento de llegar a Bogotá, a continuación una transcripción de lo dicho por Aleyson Vitucay, indígena Embera Katío desplazado:

Pues... mi personal, mi persona mismo venía por acá a visitar al cuñado, al suegro, pues acá suegros siempre están acá en Bogotá, pues, pues están acá por enfermedad, enfermedad de riñones, siempre se quedan acá el suegro y ahí mismo venió por razón de esos a pasear y venió y a ver cómo están enfermos, yo voy visitar allá y ya. (Aleyson Vitucay, comunicación personal, 28 de septiembre, 2016)

En los demás testimonios afirmaron que llegaron a Bogotá porque querían conocer la capital, porque veían un mejor futuro, algo así como la ciudad de las oportunidades. También porque contaban con familiares que ya residían en la ciudad, aunque estos en su mayoría viven en pagadiarios.

Redes familiares

La comunidad Embera Katío que reside en el alojamiento cuenta con redes familiares muy fuertes, tanto en territorio como en Bogotá, pues aun después de abandonar sus tierras, siguen teniendo contacto telefónico con los familiares que todavía permanecen en Chocó, como ellos aseguran: mínimo una vez por semana.

Sí, estaba normal allá, sin problemas... yo siempre llamo a mi papá pa’ que saber cómo está las familias, la zona. Sí, sí yo vivo sin llamar a yo cómo saber los problemas y qué está pasando allá en la zona, si lo llama a ellos pues yo saber los problemas cómo están allá, y cómo están los enfermos, pa’ eso hay que llamar allá. (William Bateza, comunicación personal, 28 de septiembre, 2016)

En la investigación se evidenció que la mayoría de ellos se han desplazado a Bogotá en núcleos familiares (papá, mamá e hijos) y que también tienen familiares que viven en los “pagadiarios”, que los visitan constantemente y que la relación con ellos es de mucha cercanía. Fue notorio que en el alojamiento existen parentescos familiares un poco más alejados, como sobrinos, tíos o cuñados, pero que muchos de ellos están fragmentados. Sobresale que las redes familiares tienen una especie de jerarquización, donde “manda”, por decirlo de alguna manera, el hombre.

Redes institucionales

Las redes institucionales tratan de tejerlas desde que están en el territorio, pues el problema del conflicto armado y de malas condiciones de vida, los obliga a quejarse directamente con el líder, que es el encargado de gestionar todas las situaciones con las entidades gubernamentales, es el puente que une a los dos extremos, por ende, todas las peticiones de la comunidad siempre llegan a manos de este líder, que de cierta manera es la persona capacitada para tener vínculos estables y de confianza, tanto en la comunidad como con las instituciones.

Cuando estaban en el Chocó ellos aseguran que las redes con las instituciones eran muy débiles y que esa fue una de las causas por las cuales ellos decidieron desplazarse a Bogotá. Aún no contentos con la situación en el momento de llegar a la ciudad y al no cumplir las expectativas, deciden movilizarse para el estadio El Campín y hacer un campamento improvisado y pacífico, para llamar la atención del Gobierno y así ser escuchados: “Allá estuvimos un problema con policía y vinieron a pegar a nosotros Emberas”. Como ya se mencionó anteriormente, estando en el estadio se presentó una emergencia sanitaria en la que intervino la Unidad de Víctimas y la Cruz Roja para mitigar la situación, así que el Gobierno ofreció a los líderes un alojamiento donde se pudieran reubicar las familias, que se hizo efectivo en 15 días.

En el mes de diciembre de 2017 se anunció a la comunidad sobre un posible retorno, sin embargo, siguen a la espera de que se pueda concretar algo por parte de instituciones como la Gobernación de Chocó y la Alcaldía de Bagadó.

Otra red institucional que han construido es referente a la educación, pues estando en el alojamiento los niños de la comunidad indígena Embera Katío tienen acceso a los colegios, claramente es mucho más sencillo que ellos accedan a la educación, a diferencia de cuando están en el territorio, pues aquí cuentan con transporte escolar y un traductor que facilita el aprendizaje.

Redes económicas

Las redes económicas fueron las que más tomaron fuerza en todo el proceso de trabajo de campo, las creían pocas o débiles, donde la relación de dinero toma mucha importancia en la comunidad, y por eso fue necesario abrir una categoría emergente que aportara una nueva beta para continuar con la investigación.

Después de hacer el desplazamiento a Bogotá, la comunidad sabía que tenía que generar ingresos para poder subsistir. En primera instancia, como ya se ha narrado, hicieron artesanías para vender, pero las ganancias no eran suficientes para poder subsistir y para comprar materiales con el fin de elaborar más productos, entonces tuvieron que desistir de esta idea y empezar a buscar otros ingresos, al no encontrarlos decidieron empezar a tejer redes que ayudaran a fortalecer su parte económica.

Estando en el alojamiento, construyeron redes económicas importantes con IDIPRON, especialmente las personas jóvenes, porque esta entidad cuenta con la posibilidad de hacer el puente con varias empresas para que sean empleados. También entre los mismos familiares o habitantes de “pagadiarios” existe comunicación constante, relacionada con la posibilidad de hacer trabajos ocasionales o ganarse algún dinero en tareas específicas, siempre con la ilusión de conseguir algo más estable.

Es evidente la preocupación que tienen especialmente los hombres en cuanto a su situación laboral, lo cual está directamente relacionado con su rol como proveedores en sus familias. Han enviado hojas de vida a diferentes empresas, pero nunca ha llegado una respuesta formal para trabajar, solo Ovidio Bateza ha trabajado en dos empresas y comentó que:

Yo trabajo en BonIce (barra congelada de varios sabores, parecida a un helado que se vende en las calles de la ciudad de Bogotá). Trabajaba en la empresa Comapan y pues trabajé un mes y me chucé la mano y me salí de allá, lejitos de allá y pasó, no más.

Además de la supervivencia, se busca la captación de más ingresos para poder acceder a la mayoría de las cosas que pueden llegan a comprar, y que a pesar de tener cierta estabilidad en el alojamiento (solventando las necesidades básicas) consideran insuficiente. Llegar a la ciudad significa poder tener lo mismo que tienen muchas de las otras personas, lo cual da cuenta de su ingreso en las lógicas de la sociedad de consumo.

Redes de cercanía en la ciudad

Estas son las redes que aparecen con menos fuerza en la comunidad indígena, pues se tejen a partir de los momentos de esparcimiento en sus salidas por la ciudad, son más para dialogar, pero debido a que no lo necesitan, son esporádicas y parecieran no influir directamente en su diario vivir, asunto que merece ser indagado con mayor profundidad. Esta es precisamente la clase de red que, como investigadora, logré tejer con ellos. Muchas de estas redes son efímeras, porque van ligadas a momentos circunstanciales e incluso a mandatos de Gobierno que no son sostenidas, porque dependen de las políticas de gobiernos de turno, o como en su caso, lamentablemente, al logro de un objetivo puntal que no llega a insertarse en su vida cotidiana y por tanto ser transformador de su realidad.

Redes de cuidado

Estas redes dieron apertura a una nueva categoría emergente, que es la de asistencialismo, porque estas familias ven resuelta su cotidianidad en aspectos básicos como la alimentación, los quehaceres de la casa, etc. que los convierte en “beneficiarios” de acciones que el Estado define como de protección. Esta clase de redes está más ligada a las normativas del Alojamiento, pero tiene consecuencias en asuntos vitales como la construcción del rol de hombres y mujeres en el cuidado y sostenimiento de la familia, que termina siendo delegado al Estado y, posiblemente minando su autonomía.

Parte de los efectos de esta relación es evidenciada por las mujeres entrevistadas que se niegan a hacer un retorno. De alguna manera la causal de no querer regresar al Chocó está relacionada precisamente con estas redes, pues la dinámica cambia totalmente. Si se hace una retrospectiva, las mujeres afirman que las actividades que realizaban en el territorio eran agotadoras.

Cuando amaneció, cuando levanté y hacer a desayuno para mis hijos que están allá en mi hijo también y la hija 3 tienen allá y hombre mío tiene es uno allá en territorio, después si levanta yo mi hijos y cuidar mi marido también tiene esposo y cuida todo, si hacer todo, desayuno, comida, todo. (Rosa, comunicación personal, 28 de septiembre, 2016)

En el territorio se encargaban de cuidar a la familia, de tener el hogar arreglado, moler maíz, conseguir la leña y lavar la ropa de todos.

En cambio, en el alojamiento la mayoría de tiempo lo tienen libre, pues aquí ya todas esas tareas las encuentran hechas o algunas otras son omitidas porque ya no son necesarias, así ahora se dedican a tejer chaquira, hacer vestido, no más, no más. (Luz Helena, comunicación personal, 28 de septiembre, 2016)

Mientras en la ciudad, particularmente en el alojamiento, se dedican a realizar actividades de autocuidado, cuidado de los hijos más pequeños, descanso y esparcimiento (estar tranquilas en la comodidad de sus habitaciones). “No, Gobierno no cumplir, no vuelve territorio, si cumple sí, le vuelve si no cumple no” (William Bateza, comunicación personal, 28 de septiembre, 2016).

Las relaciones de género

Pese a que no era uno de los objetivos directos de la investigación, emergió permanentemente el tema del género, especialmente en las cuestiones cotidianas que tienen que ver con la división sexual del trabajo.

Partiendo de los diarios de campo, informes de talleres, transcripciones de entrevistas y lo evidenciado en cada una de las observaciones, se impone el dominio que tienen los hombres sobre las diferentes situaciones y hasta decisiones que haya que tomar.

Lo anterior es más fuerte cuando están en el territorio, pues es tradición que los hombres aprendan a cultivar sus alimentos y así conseguir el sustento económico de sus familias. Uno de los entrevistados confesó que en territorio sí golpeaba a su mujer, la maltrataba verbal y físicamente; pero aclaraba que eso había cambiado al llegar al alojamiento, en tanto los procesos con los profesionales les habían hecho tomar consciencia de cómo esto afectaba a su pareja.

La cuestión del aseo personal también es algo que se ha impuesto en el alojamiento, precisamente es una de las reglas para poder salir de este, pero siempre es evidente que los hombres se preocupan más por arreglarse que las mujeres, lo cual puede ser particular en este caso.

El idioma es otro tema importante referente a las relaciones de género, ya que los hombres dominan mejor el español, son muy pocas las mujeres a las que realmente se les logra entender lo que dicen, por eso para la entrevista que se hizo con las mujeres, fue necesaria la ayuda de los hombres, con el fin de que pudieran apoyar con la traducción. En este ejercicio se logró identificar otra situación, las mujeres son más tímidas que los hombres a la hora de responder, los hombres les hablan en un tono fuerte, como si fuera un regaño, frente a esta actitud lo único que hacían las mujeres era agachar su cabeza, ponerse serias y responder a las preguntas con pocas palabras.

Las mujeres son las que están a cargo de los hijos, ellas siempre andan con los más pequeños, sea que los lleven de la mano, alzados o colgados en su espalda. Es muy extraño ver que un hombre dé cuenta de sus hijos, claramente les preocupa la situación de cómo mantenerlos, más que el cuidado.

Como pasa en territorio, también pasa aquí, la mujer es la encargada del cuidado del hogar, pues es la que tiene que hacer de comer, lavar y tener todo en orden como dicen ellos, aquí la dinámica cambia un poco, pero por estipulaciones del alojamiento, las mujeres solo se encargan de lavar la ropa del núcleo familiar, de resto tienen personas que hacen las demás actividades.

Es bastante complicado que ellos sigan manteniendo actividades o costumbres que tenían en territorio, pero es claro que por esto no se ven afectadas las relaciones de género, al menos hasta el momento. Un dato sorprendente es saber que las mujeres no tienen la disposición de volver a su territorio, no tienen entre sus prioridades la actividad de retorno, en cambio los hombres sí y esto se encuentra relacionado con la propia construcción de su rol.

Con las diferentes respuestas que se obtuvieron con las preguntas sobre la posibilidad de retorno, se evidenció que hombres y mujeres nunca interactúan para hablar del tema del retorno, los hombres son los que tienen más autoridad para hablar del tema porque son las personas que normalmente asisten a los diferentes comités, o porque están en constante comunicación con los dos líderes que tienen dentro del alojamiento. Las mujeres se ven más desinteresadas, pero nos queda la inquietud respecto a que si la comunicación fuera en idioma Embera, ellas hablarían del tema del retorno con más fluidez.

La posibilidad del retorno

Como ya se ha mencionado reiteradamente, los hombres están más interesados en volver a su territorio que las mujeres. En sus respuestas sobre la posibilidad de retorno ellos mencionan todo lo que tenían allá, los terrenos de sus fincas para cultivar, la libertad con la que se movilizaban. Uno de los entrevistados indicó que no se sentía a gusto con el clima de Bogotá. Por su parte, las mujeres respondieron a la pregunta de la posibilidad de retorno de una forma más concreta, estuvieron de acuerdo en decir que mientras no reciban un apoyo formal del Gobierno prefieren estar en Bogotá.

En la posibilidad de retorno existe una desinformación muy grande, las mujeres no tienen una idea clara de cuándo podría darse este, sin embargo, todas las personas están pendientes a una respuesta de Unidad de Víctimas que permita definir su situación actual en Bogotá. Un aspecto importante es que los hombres hablan con propiedad del tema, ellos nombraron posibles comités o consejos para tratar este tema en territorio.

Discusión

El objetivo general de la presente investigación es identificar las redes que conforman las familias indígenas desplazadas en Bogotá y comprender el sentido que tienen las redes para ellos y cómo aporta en sus relaciones cotidianas. Con este estudio se pretende conocer y comprender las redes actuales de las familias indígenas Embera Katío que llegan desplazadas a la ciudad de Bogotá, y se encuentran en situación de protección por el Gobierno Nacional en uno de los alojamientos dispuestos por la Unidad para la Atención y Reparación Integral de Víctimas.

Como se mencionó con anterioridad, se trabajaron con diferentes categorías teóricas establecidas como marco de la investigación, tales como redes, desplazamiento y producción de sentidos, pero también surgieron categorías emergentes, puntualmente como las de género y retorno que ayudaron a enriquecer la investigación.

Según los resultados, los indígenas Embera Katío construyen y mantienen diferentes redes, algunas que han estado siempre y otras que adquieren al hacer el desplazamiento a la ciudad de Bogotá. A partir de lo anterior, Denise Najmanovich (2005), afirma que las redes son un abordaje a las prácticas sociales de cualquier comunidad.

La red social, en tanto forma la trama de la vida, no es una sino múltiple; está en perpetuo flujo, cambia su configuración y permite diversos modos de abordaje, tanto conceptualmente como en la práctica profesional y vital de cada cual. (Najmanovich, 2005, p. 127)

En efecto, no existe una sola red entre los indígenas Embera Katío, sino que son varias las que siempre están presentes desde que están en territorio con sus familias y vecinos. De desplazamiento, que han ido tejiendo al trasladarse a la ciudad de Bogotá, que son las que los motivan a realizar dicho desplazamiento, que no solo son por el conflicto armado, sino que muchos aseguran que hicieron el desplazamiento motivados por otros familiares que ya lo habían hecho con anterioridad, y les aseguraron que había oportunidades de mejorar su calidad de vida, o simplemente querían conocer la capital. También están las redes económicas, que han estado presentes en los dos escenarios (el territorio y la ciudad), ya que al estar en el Chocó generaban ingresos a partir de lo que cultivaban y vendían en los pueblos cercanos, ya estando en Bogotá, en un principio quisieron aplicar este tipo de economía a todo lo que sabían, como el tejido de chaquiras y la fabricación de pomadas, en un tiempo esto funcionó, pero ellos manifiestan que después empezaron a tener problemas con la policía, así que muchos desistieron de seguir realizando estas actividades. Además, las ganancias que obtenían no resultaban suficientes para comprar todo lo que necesitaban para volver a hacer sus artesanías, entonces una de las soluciones más prontas que encontraron fue empezar a pedir limosna en las calles de Bogotá (actividad que solo realizan las mujeres), o en el caso de otros indígenas de la comunidad optaron por estudiar y obtener un título de bachiller para conseguir trabajo en empresas que cuentan con un convenio especial para emplear a grupos étnicos.

En el libro La construcción social del desplazado en Colombia, la autora nos acerca de cierta manera a unas redes que se pueden asimilar a uno de los tipos identificados en nuestra investigación: “las redes de protección”.

La amenaza que deja un poco de espacio entre la advertencia y el acto ejecutado, ha generado entre los campesinos dependencia de las redes particulares de poder, ya es de paramilitarismo o de las guerrillas, mediante las cuales se construyen relaciones asimétricas sustentadas en la subordinación, la obediencia y la prohibición de toda acción colectiva. La protección bajo estas circunstancias o es una acción racional, sino el producto de la coerción, de la imposición de reglas para dirimir los conflictos y sancionar las infracciones. (Vallejo, 2007, p. 143)

En la presente investigación no se identificaron concretamente esta clase de redes, porque el contexto es totalmente diferente del territorio originario a la ciudad, debido a que ya no viven amenazados por el conflicto armado. No obstante, en entrevista con ellos, no es un asunto totalmente ajeno, pues en algún momento interactuaron con esta clase de redes cuando estaban en territorio, pero que no fueron muy fuertes como se podría llegar a pensar, y desaparecieron al llegar a la ciudad de Bogotá.

Ricardo Sánchez y Luis Eduardo Jaramillo (2014) en su artículo “Impacto del desplazamiento sobre la salud mental”, definen el desplazamiento como “uno de los fenómenos que mayor impacto ha producido a nivel social, económico y cultural en Colombia” (p. 88). Efectivamente, es un fenómeno que de manera particular ha afectado a estas familias indígenas Embera Katío, porque todo el tema del desplazamiento ha cambiado de manera radical sus vidas. Una situación coyuntural llevó a las instituciones a actuar de manera rápida y darles un espacio como el del alojamiento para poder reubicarlos y prestarles la atención que necesitaban, pero este es un caso excepcional.

Estas redes de desplazamiento permiten un acercamiento a las relaciones de género que existen dentro de la comunidad indígena Embera Katío y ligarlas con las redes de retorno. Ese dilema del retorno se percibe entre hombres y mujeres de las familias indígenas Embera Katío, porque a pesar de ser una comunidad jerarquizada, la dinámica que les ofrece el alojamiento ha cambiado su forma de pensar referente a regresar a sus tierras. Los hombres aseguran que desean regresar, recuperar sus territorios y volver a cultivar; pero la mujer ya no está de acuerdo en volver a la dinámica que les ofrece su territorio, porque dicen estar más tranquilas en la ciudad, porque no tienen que hacer tanto esfuerzo en el hogar como lo hacían en territorio y esto las hace sentir más cómodas. Otro tema que inclina a las mujeres a quedarse es que en el alojamiento ya no sufren violencia física, como sí pasaba en territorio.

Los psicólogos que están en el alojamiento afirmaron que ellos se encargan de que estos inconvenientes sean nulos, y en caso de ocurrir establecen una sanción para el hombre que cometa la falta, y a la mujer le brindan todo el apoyo necesario para sobrellevar el conflicto con su pareja.

Donny Meertens, autora que habla de la relación entre género y desplazamiento en su artículo “Desarraigo, género y desplazamiento interno en Colombia”, afirma que:

Apenas recientemente se ha tomado conciencia sobre otros marcadores sociales de diferencia, como el género y la edad, que suponen formas peculiares de exposición a la violencia, consecuencias y posibilidades diversas en relación con la construcción de proyectos individuales y colectivos. (Meertens, 1997, p. 2)

Es posible afirmar que esta relación de género y desplazamiento siempre ha estado presente, pero que quizá no se había tenido en cuenta como un factor importante para determinar el retorno y la forma en que se puede realizar en la comunidad indígena Embera Katío (caso del alojamiento). Por otra parte, el asunto de género trasciende las funciones domésticas, así, en relación con el género, los imaginarios colectivos tienden a asociar la violencia pública-política con el mundo masculino, mientras que la violencia que involucra a la mujer se restringe al ámbito doméstico o en contextos extradomésticos. (Meertens, 1997, p. 2)

De otra parte, el tema del idioma juega un papel importante, porque los hombres, que manejan esta competencia mejor que las mujeres, son los que establecen las relaciones directas en el ámbito de lo público-político, la toma de decisiones y les amplía posibilidades como el acceso al estudio o a posiciones laborales. Aunque IDIPRON ofrece la posibilidad a hombres y mujeres de estudiar por igual, ellas no se atreven a empezar sus estudios, sino que prefieren dedicarse a sus hijos y las labores del hogar, posiblemente a partir de un temor a participar en estos espacios en los que han dependido de los hombres.

No es posible producir sentido en ausencia de procesos de comunicación, de hecho, en la presente investigación se demuestra de qué manera los vínculos que se establecen entre las familias indígenas y otros actores sociales, se realizan en la vida diaria a través de diálogos, expresiones corporales, intercambios e interacciones cotidianas. El sentido que construye cada uno de los sujetos de la investigación es diferente, porque cada quien tiene su noción de lo que quiere y espera de las relaciones que establece, con los actores de su territorio de la ciudad y con las entidades que los protegen y albergan. Pero todos pueden observarse desde el colectivo en tanto viven como una comunidad y, por ende, tratan de que la contribución a su diario vivir sea similar, establecen permanentes diálogos directos e indirectos para asegurar esta comunicación, para lograr comprenderse y actuar en beneficio de la familia y la comunidad. A pesar de que se identifiquen sentidos diferenciados (sobre todo entre hombres y mujeres) buscan de alguna manera un lugar y una dinámica que les genere estabilidad y un proceso digno como comunidad, donde se les aseguren redes económicas que les permitan crecer y permanecer en la ciudad de Bogotá, mientras se organiza un proceso de retorno que tuvo que haberse dado en diciembre de 2016 y que aún sigue sin ser solucionado y no sabemos cuáles consecuencias puede tener para estas personas y familias. Tal como lo afirma María Eugenia Anguiano (1998), “el retorno se convierte en un gran dilema porque se ha vivido entre dos mundos, y la vida transcurrió sin decidir dónde vivir porque se ha vivido migrando” (p. 167).

Conclusiones

En este trabajo se lograron los objetivos propuestos, el alcance de las conclusiones son descriptivas. Como se menciona en los resultados se identificaron varios tipos de redes con las que cuentan los indígenas Embera Katío y el sentido que le dan a estas. Así que fueron varias las conclusiones, por eso a continuación se enlistan las que se consideran las principales desde los resultados, los aprendizajes logrados en el proceso y las vetas de investigación que abre el trabajo.

•Se trata de un caso excepcional, porque el estar en el alojamiento determina para la comunidad Embera Katío su cotidianidad, sus formas de relación, sus expectativas y su dinámica, a diferencia de aquellos que no se encuentran dentro de este esquema de protección. Sería interesante indagar si los indígenas de esta comunidad que viven bajo el sistema de “pagadiarios” en Bogotá tienen la incapacidad de mantener su espíritu colectivo, de actuar comunitariamente o si se ven obligados a imitar la tendencia individualista que impone la vida de la ciudad.

•Otro hallazgo fue la dificultad para reconocer pautas o relatos de vida en comunidad como indígenas. En sus discursos, son pocas las alusiones que hacen sobre las formas organizativas de la comunidad, incluso en su lugar de origen, pues no se plantean como comunidad sino como núcleos familiares, exceptuando cuando se habla de retorno, en ese tema se les hace más fácil reconocerse como comunidad.

•Debido a las condiciones en las que viven en el alojamiento, y pese a que lo económico les preocupa, no se ven obligados a generar redes que les faciliten el sustento diario porque eso lo tienen solucionado y tienen, como ellos dicen: “un techo donde dormir”. La preocupación económica inmediata se centra más que todo en lo que desean comprar y tener, podría claramente discutirse la convicción que tienen al llegar a la ciudad de querer comprar todo lo que ven, esto no pasa en territorio, esa necesidad no emerge porque no tienen mucho tiempo libre como lo tienen aquí, o porque no existe el nivel de oferta de consumo al que se enfrentan en la ciudad. Sería importante mirar esta dimensión en el mediano y largo plazo, cuando salgan de esta situación de transición deberán establecer nuevas redes, fortalecer las antiguas para lograr la vida digna por la que luchan y enfrentar las lógicas de la sociedad de consumo que no suelen favorecerles las lógicas comunitarias.

•Las tareas de cuidado, la mayoría de las veces, están a cargo de las mujeres. Por ejemplo, con los niños más pequeños, sobre todo con los bebés, está el constante cuidado de la madre, pero con niños más grandes, aproximadamente de 5 años en adelante, está marcado más por la normativa del alojamiento que por un flujo cotidiano de relaciones, ya que trata de crear una independencia en ellos, pero a la cual se opone el alojamiento, porque son niños que todavía necesitan supervisión. Un ejemplo claro de las redes de cuidado, es la asistencia a reuniones escolares, es algo nuevo para ellas, porque en territorio no se acostumbraba.

•Se tenía la convicción de que todos querían volver a territorio, pero en las entrevistas realizadas a cinco mujeres de la comunidad, ellas realmente no esperan volver. El género determina su disposición al retorno, ya que aseguran que están bien en Bogotá y que no ven la necesidad de retornar, posiblemente por el tema de asistencialismo que reciben por parte del alojamiento destinado por la Unidad de Víctimas del Distrito de Bogotá. En contraste, los hombres sí esperan retornar, pues anhelan recuperar sus cultivos y volver a la vida que tenían antes, la posición de sentirse “útiles”.

•El idioma es un tema álgido y que consideran prioritario tanto en Bogotá como a la hora del retorno. Ninguno de los integrantes de la comunidad domina del todo el español, pero algunos de ellos se hacen entender. Además, el idioma termina convirtiéndose en un obstáculo para los procesos de comunicación y de autonomía de las mujeres, ya que lo hablan con dificultad y aunque quieren permanecer en Bogotá, aprender el español no es una prioridad para ellas.

•Claramente se evidenciaron y caracterizaron las principales redes que existen en la comunidad indígena que reside en el alojamiento, se percibía que existían, pero no era claro cómo llegaban a construirlas, qué tan importantes se vuelven para ellos y qué consecuencias tienen para su vida cotidiana. Tampoco se esperaba que las redes que más tomaran fuerza fueran las económicas, unas redes que no están consolidadas, pero que en todo momento están presentes y marcadas por sus expectativas e incertidumbres a futuro.

Finalmente, fue posible un acercamiento a las familias que viven en el alojamiento en una situación especial de protección. Si bien esta condición la diferencia de otros indígenas Embera Katío desplazados en Bogotá que deben vivir en “pagadiarios” e incluso se acercan a prácticas de mendicidad, lo cual debe implicar otro tipo de vínculos, algunas de las redes identificadas entre las familias del alojamiento pueden ayudar a comprender las relaciones y la vida cotidiana de la comunidad indígena con la que se trabajó. En el caso específico del presente estudio, logramos reconocer y resaltar que los vínculos y redes que se construyen dentro de estas familias no están previamente establecidos en su totalidad, puesto que las redes están en constante cambio de acuerdo con la dinámica que les ofrece el lugar en donde se encuentran. En el constante movimiento de la vida de estas comunidades seguirán emergiendo vínculos, ya que a la fecha estas familias indígenas Embera Katío, todavía se encuentran en Bogotá a la espera de una solución pronta para retornar a sus territorios. Sigue siendo una realidad que merece ser comprendida para en el futuro ofrecer oportunidades para mejorar la vida de quienes se encuentran en situaciones similares, determinadas por nuestra realidad tensionada entre el conflicto y el posconflicto.

Referencias

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Gutiérrez, M. (2008). Las familias en Bogotá: realidades y diversidad, CP Las familias indígenas en Bogotá. Facultad de Ciencias Políticas, Pontificia Universidad Javeriana.

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Najmanovich, D. (2005). El juego de los vínculos, subjetividad y redes-figuras en mutación. Argentina: Editorial Biblos.

Sánchez, R., y Jaramillo, L. (2014). Impacto del desplazamiento sobre la salud mental. Uni-versitas Humanística(47), 87-101. Recuperado de http://revistas.javeriana.edu.co/index.php/univhumanistica/article/view/9590/7822

 Semper, F. (2006). Los derechos de los pueblos indígenas de Colombia en la jurisprudencia de la Corte Constitucional. Anuario de Derecho Constitucional Latinoamericano, 761-768. Recuperado de https://revistas-colaboracion.juridicas.unam.mx/index.php/anuario-derecho-constitucional/article/view/30326/27373

Vallejo, L. F. (2007). La construcción social del desplazado en Colombia. Cali, Colombia: Dirección de Investigaciones y Desarrollo Tecnológico.

Vasco. L. G. (2011). Miradas sobre la realidad Embera en Bogotá: una visión desde exper- tos. Voces, los Embera en Bogotá. Recuperado de http://www.institutodeestudiosurbanos.info/dmdocuments/cendocieu/coleccion_digital/Desplazamiento_Embera/Voces_Em- bera_Bogota-Vasco_L.pdf

 

[1] Comunicadora social y periodista. Correo electrónico: msanchezd1@ucentral.edu.co

[2] No fue posible encontrar nuevamente el informe “Vulneraciones DDHH-DIH en contra de los pueblos indígenas. Enero 2015 - febrero 2017. De igual forma como precedente se deja la dirección URL para ratificar lo anterior http://www.acnur.org/recursos/publicaciones/

[3] Lugar donde llegan algunos desplazados a la ciudad de Bogotá. En su mayoría se encuentran ubicados en el centro de la ciudad, y como la misma palabra refiere, es un lugar donde habitan personas que diariamente tienen que pagar un valor para poder tener acceso a estas pequeñas habitaciones y tener un espacio donde pasar la noche. En el caso de la presente investigación, muchos indígenas aseguraron que llegan a vivir a los “pagadiarios” por la facilidad de acceder a estos y el poco dinero que tienen que pagar para poder permanecer en este sitio.

[4] Es una institución creada en enero de 2012, a partir de la Ley 1448, de Víctimas y Restitución de Tierras, por la cual se dictan medidas de atención, asistencia y reparación integral a las víctimas del conflicto armado interno. Es una red de apoyo que intenta promover la interacción y comunicación con las minorías desfavorecidas de Bogotá (es la entidad, creada por el Gobierno Nacional, encargada de coordinar, asesorar y desarrollar en la alianza con las entidades que conforman el Sistema Nacional para la Atención y Reparación Integral a las Víctimas).